La normalización del odio, por Paco Vega
Este “clima de terror” no ha surgido de forma espontánea, sino que es consecuencia de la normalización de los discursos de odio, bulos y declaraciones políticas que criminalizan a las personas en función de su orientación política, origen étnico o creencias religiosas, pero muy especialmente por lo abultado de su cartera… El dinero suele suavizar, a ojos de los odiadores, el color de piel del inmigrante. A más dinero menos rechazo...
Lo que empieza con insultos y mentiras en medios de comunicación, redes sociales y tribunas políticas, termina con amenazas y agresiones físicas a familias aterrorizadas. Son igualmente culpables de estas acciones, los que las inducen y alientan a través de los medios de comunicación, así como los ciudadanos que las comparten de forma despreocupada en las redes sociales, mientras no sean ellos las víctimas claro...
Como decía el pastor luterano alemán Martin Niemöller:
Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, pero no hablé porque no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío. Luego vinieron por mi, pero para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre.
Y en estas estamos. Hay un exceso de impunidad sobre determinado tipo de violencias. Este mismo Gobierno de España, que se hace llamar “socialista”, se ha mostrado con frecuencia excesivamente permisivo ante ciertas conductas antidemocráticas, cuando eran otras las víctimas. Ahora que pintan bastos lo lamentan.
Comprobamos además que, las fuerzas de seguridad se muestran excesivamente violentos en manifestaciones de pensionistas y trabajadores, que no reivindican otra cosa que sus derechos, mientras que abundan muestras de “colegueo” con los violentos en otras concentraciones de la extrema derecha.
No hay lugar a dudas de que ALGO NO SE ESTÁ HACIENDO BIEN. Los “contratos de formación” entre determinados sindicatos policiales y organizaciones de violentos desocupas no apuntan precisamente en la dirección correcta, puesto que las fuerzas de seguridad no pueden ofrecer esa imagen tan lamentable. ¿En qué nos estamos convirtiendo? Tampoco las concentraciones de jueces con toga a la puerta de los juzgados haciendo política, favorece el deseado clima democrático. Cuando jueces y policías se alejan de sus reivindicaciones laborales para acercarse al estado profundo, es que los cimientos democráticos del país están colapsando. Alguien debería poner pie en pared ante tanto despropósito.
Un apunte, por poner sólo un ejemplo de los tiempos que vivimos: En la última manifestación celebrada en la Playa de Las Canteras de la capital grancanaria, con el lema “canarias tiene un límite”, se pudo observar una presencia policial DESPROPORCIONADA, “casi intimidatoria” y más propia de otros tiempos, teniendo en cuenta a los convocantes, el motivo de la protesta, el carácter pacífico de la misma y de los canarios por extensión. Menos mal que el Sr. Delegado del Gobierno es socialista...
Son sin duda los medios de comunicación los máximos colaboradores en la normalización de estas “irregularidades democráticas”.
La mayor parte de la población fía a los medios de comunicación, de una forma casi inconsciente, LA INFORMACIÓN, su tono y enfoque. Es como al que han colocado una venga en los ojos y se deja guiar confiado por la senda de la vida. Te puede salir bien, pero confiar en exceso es peligroso. De vez en cuando hay que levantar la venda y ver lo que pasa ahí afuera. Son pocos los medios, al margen de su orientación política, que informan con objetividad.
Contrastar la información es fundamental para tener opinión propia y para evitar normalizar el odio.
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