Es importante tomar
conciencia de que vivimos en islas, un hábitat reducido y frágil,
que debemos progresar en el desarrollo sostenible en su más ajustada
acepción. No se trata de que vivamos de espaldas al progreso y al
desarrollo económico, pero si al desarrollismo depredador al que nos
tienen acostumbrados. En un territorio frágil y finito debemos
extremar el binomio desarrollo y medio ambiente para elevar la
calidad de vida de los canarios y garantizar nuestra pervivencia en
este terruño fondeado en el atlántico.
Las megaconstrucciones
vinculadas al sector turístico y a otros deben acabarse tal y como
las conocemos. Las grandes construcciones de cemento realizadas de
espaldas al territorio y pensadas en ofrecer lo mismo que ya ofrecen
en otros lugares del mundo deben desterrarse. Debemos repensar un
modelo turístico que cree las sinergias necesarias entre el sector
propiamente dicho, la industria, la agricultura y la población
autóctona. La ordenación de este sector, mayormente en manos de
turoperadores extranjeros y peninsulares, debe ser prioritaria de cara
al futuro si queremos conservar nuestro territorio tal y com hoy lo
conocemos. Esta tierra de timple y zurrón -por acogernos a un
término folclórico- debe ofrecernos a los canarios algo más que
las migajas en forma de precarios empleos. Igualmente los canarios
debemos luchar por conservar nuestra esencia, nuestro patrimonio
cultural y nuestro territorio.
El clima canario y la
autenticidad de nuestra peculiaridad canaria brinda a los extranjeros
un paraiso. No dejemos que la globalización haga tabla rasa de
nuestro territorio y nuestra cultura. No nos dejemos engañar con el
pretexto de la creación de puestos de trabajo que luego resultan ser
escasos y esclavizadores. Apostemos por un turismo de calidad e
integral y por elevar la calidad de vida de los canarios.
En los últimos años nos
hemos visto “favorecidos” por conflictos internacionales de
diversa índole que han conseguido desviar el grueso del turismo
internacional hacia nuestra tierra, pero esto no debe acentuarnos
nuestra miopía turística y hacernos perder el horizonte de una
realidad para el futuro de Canarias. El competir en precios por un
turismo barato es pan para hoy y hambre para mañana. El modelo
canario debe ser variado y ÚNICO. Debemos aprovechar por ello
nuestras potencialidades en todos los sectores del mismo. No sólo el
de sol y playa vive el turista. En las islas occidentales ya lo están
entendiendo así y existe una importante apuesta por el turismo
rural, el más sostenible y respetuoso con el entorno..
Los canarios debemos
trabajar por dejar un mejor legado natural a nuestros hijos. Se han
cometido numerosos atentados naturales en nuestra tierra que debemos
evitar en el futuro. Apostemos por la industria, por el pequeño
comercio, por la innovación y desarrollo, pero en justa sincronía
con el medio ambiente. Los canarios debemos ser especialmetne
vigilantes con nuestro frágil ecosistema. El turismo y el sector
primario deben retroalimentarse de forma positiva. Para ello habrá
que engrasar y poner en marcha por parte de las administraciones y
los sectores implicados las políticas necesarias para elevar la
autonomía alimentaria y energética de Canarias, lo que sin duda
garantizará nuestro futuro como pueblo.
Este cuidado y
tratamiento no debe estar sólo vinculado a las zonas turísticas por
excelencia. Canarias debe ser “un todo” y debemos tener una
visión crítica o poco conformista del tratamiento al paisaje de las
grandes obras públicas. La visión de feos tendidos eléctricos y
telefónicos a lo largo de nuestras costas, montes y carreteras son
un atentado al buen gusto y al terrtorio. La proliferación de
contenedores de basura abarrotados, pestilentes y llenos de moscas no
suelen ser una buena postal que ofrecer al turista. La ejecución de
la que pretende ser una zona verde en un determinado municipio, un
parque público en una zona de gran vistosidad, construyendo los
cuartos para el control de riego sobre rasante en lugar de
camuflarlos convenientemetne en los diferentes desniveles del terreno
me parece también un atentado al territorio y al buen gusto. Sin
embargo, la ejecución de una obra hidráulica de transporte,
almacenamiento e impulsión de agua gestionada por una comunidad de
regantes del mismo municipio, convenientemente soterrada, incluso su
depósito en la falda de una montaña si ha conseguido este binomio
de protección mediambiental del que hablo. Toda actuación debe
conservar, si no mejorar, el territorio sobre el que se asienta.
Yo no quería hablar de
turismo sino de territorio, pero tratándose de Canarias no siempre
es fácil separarlos. Ver en estos días, al recorrer los pueblos y
parajes de nuestras islas, esos paisajes que te dejan extasiado ante
su contemplación, a pesar del maltrato sufrido, merecen algo más
que una buena foto. Yo diría que el tratamiento mediombiental de
nuestra isla, nuestras industrias y el futuro de los canarios merece
algo más que una serena reflexión si queremos ofrecer un futuro
digno a nuestros hijos y nietos.
El territorio y el
desarrollo de los pueblos, especialmente el canario, no puede estar
en desconexión con la calidad de vida de sus habitantes y su futuro.
Mucho trabajo serio y
riguroso queda por hacer en este terruño atlántico llamado
Canarias.
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