Vaya
por delante mi condena más absoluta para cualquier tipo de
violencia, especialmente si va dirigida contra los sacrificados
miembros de las fuerzas de seguridad del estado. Que caiga por tanto
todo el peso de la ley sobre los autores del delito, con el rigor que
para este tipo de hechos está previsto en el ordenamiento penal.
Ahora
bien, hay multitud de matices en la agresión a los guardias civiles
de Alsasua (Navarra) el 15 de octubre de 2016, que no justifican la
catalogación de atentado terrorista. Sin embargo los medios afines o
en sintonía con el Gobierno de la nación y todo su partido se han
volcado en una desenfrenada campaña de la exageración, que no se
ajusta a la realidad de lo sucedido y que a continuación paso a
enumerar:
1.-
Los Guardias Civiles (y los que no lo son) en cualquier lugar de
España, especialmente si van acompañados de sus parejas, lo normal
es elegir con cierto criterio los lugares de ocio, sobre todo a altas
horas de la madrugada en las que el alcohol circula por las venas de
los paisanos en cantidades poco recomendables para la socialización.
Su misma profesión debería ser alentadora de esa recomendable
prudencia que a los agentes del orden se les supone.
2.-
Ese día los Agentes eligen para tu esparcimiento y ocio el pueblo en
el que trabajan, en el que les conoce todo el mundo y en el que su
profesión causa un rechazo histórico, justificado o no, lo que
indica quizás una actitud que podría tildarse de poco prudente.
3.-
Si además ejercen como mandos (uno Teniente y el otro Sargento) con
responsabilidades y obligación de dar ejemplo de prudencia y
sensatez no parece tampoco una actitud a imitar el salir de copas
hasta altas horas de la madrugada en un pueblo con conocidas y
evidentes antipatías hacia la Guardia Civil, pudiendo haber elegido
otro lugar tranquilo en el que pasarían completamente
desapercibidos.
4.-
A pesar de lo anterior y una vez producida la agresión contra los
agentes (recordemos que eran las 05,00h de la mañana), parece lógica
la denuncia por los hechos con el deseo de que caiga el peso de la
ley sobre los culpables de tales hechos pero:
-Una
agresión en un bar a altas horas de la madrugada, entendiendo que
fue un hecho casual la coincidencia en ese bar y a esa hora de los
guardias y sus agresores con una más que probable ingesta de alcohol
por parte de los participantes, sobre unos guardia civiles de paisano
y en su tiempo de ocio, puede entenderse como UN ATENTADO?
-Será
una agresión tumultuosa, con superioridad numérica y con todos los
agravantes que se estime concurrentes en el hecho, que en función de
las lesiones producidas y demás circunstancias incluso podrían
catalogarse de delito, pero un atentado terrorista parece que queda
algo lejos de este hecho delictivo.
-Sobre
la desproporcionada petición de penas por parte del Ministerio
Fiscal por los hechos cometidos me parece sencillamente una
barbaridad. Pero ya nos están acostumbrando algunos fiscales en los
últimos tiempos a desafortunadas actuaciones y “derrapes legales”…
5.-
En un país en el que hemos sufrido durante decenios la lacra del
terrorismo y sus
atentados, con resultados terribles de muertes,
heridos graves y secuestros deberíamos tener muy claro lo que es un
atentado terrorista y no agravar, por oportunismo político, unos
hechos de por si deleznables y condenables, pero en ningún caso
catalogarlos de TERRORISMO.
SEAMOS
SERIOS, si estos mismos hechos hubiesen ocurrido en cualquier otro
lugar de España no habría tenido esta consideración ni hubiesen
llenado portadas en los medios de comunicación durante meses.
Agresiones similares suceden esporádicamente en todo el territorio
nacional, incluso vistiendo uniforme y en acto de servicio, pero
nunca se han revestido de esta figura delictiva ni enviado a la
Audiencia Nacional para su procesamiento. La propia Audiencia de
Navarra rechazó que estos hechos pudiesen ser considerados delito de
atentado.
No
obstante, aunque la prudencia no pareció ser el fuerte de estos
agentes, ahora víctimas, fueron brutalmente agredidos por un número
muy superior de personas por el simple hecho de ser guardias civiles.
Ahora los agresores deben ser juzgados con severidad, cumplir sus
penas y resarcir a las víctimas por las lesiones sufridas. Lo demás
son ganas de enturbiar un proceso de paz lárgamente demandado.
Siento
absoluto desprecio por los dictadores de medio pelo que se creen con
todo el derecho de insultar, menospreciar y agredir a un agente de
las fuerzas de seguridad y pretender que le salga gratis, pero siento
el mismo desprecio por los que desde la política utilizan un hecho
grave de agresión para tapar sus vergüenzas y desviar el foco de la
corrupción que campa a sus anchas por este país.
Si
este gobierno realmente estuviese preocupado por los guardias civiles
estaría más atento a sus peticiones laborales, que son muchas, como
la dotación individual de chalecos antibala, la equiparación
salarial con el Cuerpo Nacional de Policía y la democratización de
sus estructuras y reglamentos, en lugar de cargar las tintas sobre un
hecho que de haber ocurrido en Canarias ni siquiera habría salido en
los medios.
Por
otra parte tampoco conviene desvirtuar la gravedad del DELITO DE
TERRORISMO, para que las miles de víctimas que si han sufrido esta
lacra no se sientan ninguneadas ante un hecho que para nada tiene
que ver con la crueldad del terrorismo. Considero que esta actuación
de la Fiscalía, ratificada por una Juez es una falta de respeto para
los cientos de guardias civiles y sus familias que, en el desempeño
de su servicio o fuera de él han sido brutalmente asesinados y
lesionados por la cerrazón de los violentos. Convendría marcar
diferencias para que las viudas y huérfanos que ha dejado por el
camino la lacra del terrorismo no sientan que su sufrimiento ha sido
en vano, para convertirse ahora en herramienta política a voluntad
del gobierno de turno, que aprovecha cualquier tema para despejar
balones y focos mediáticos de los casos de corrupción que se van
desgranando cada día en los tribunales y fuera de ellos.
No
parece lógico ni natural que, ahora que ETA ya no mata y ha
entregado las armas -apostando definitivamente por las vías
pacíficas- se “carguen las tintas” sobre unos violentos que
habiendo cometido un delito grave no dejan de ser simples
delincuentes. SEAMOS SERIOS.
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