jueves, 20 de julio de 2017

Seguridad náutica o tradición, por Paco Vega

Al hilo de la polémica suscitada en Arguineguín (Sur de Gran Canaria), durante la procesión de la Virgen del Carmen, en la que ante la advertencia que al parecer hizo la Guardia Civil sobre la responsabilidad de los patrones de las embarcaciones saliendo en procesión con más pasajeros de los permitidos, éstos decidieron regresar a puerto, suspendiendo así la procesión marítima a modo de protesta.

La realidad náutica de nuestras costas ha sido siempre bastante “relajada” en cuanto al cumplimiento de las medidas de seguridad establecidas para proteger la vida humana. Durante años no ha sido extraño ver navegando en nuestras costas a embarcaciones que superaban con creces el número máximo de pasajeros permitidos por embarcación, especialmente en época estival o festivas como la acontecida recientemente. Estos límites son habitualmente rebasados en este tipo de procesiones marítimas en algunos lugares, en los que la tradición, la fe y la fiesta ponen en precario en ocasiones a la seguridad de los pasajeros.

Creo que la Guardia Civil ha obrado correctamente en cumplimiento de la normativa de seguridad náutica en vigor, ante el peligro que supone este tipo de excesos. El hecho de que con demasiada frecuencia se haya tolerado determinadas actitudes no significa que en algún momento haya que “poner pie en pared” para evitar lamentar tragedias indeseables. En el futuro no estaría de más que la propia Dirección General de Marina Mercante o Capitanía Marítima diese instrucciones precisas sobre el particular, evitando así disfunciones que sólo favorece la eliminación de barreras al riesgo.



El verano es tiempo propicio para la navegación, aunque no se debe perder de vista unas cuantas premisas para que, lo que apuntaba a ser un día idílico de pesca o paseo marítimo termine en tragedia. En ocasiones, determinadas cuestiones relacionadas con la seguridad no son tenidas en cuenta por los novatos, por su propia falta de experiencia, ni en los veteranos por exceso de confianza.

Para que un día de disfrute y placentero no se torne en tragedia es muy importante no sobrepasar las capacidades propias de la embarcación en cuanto al número de pasajeros y límites legales de navegación. También se deber ser escrupuloso en cuanto a material individual y colectivo de salvamento especificado para cada tipo de embarcación (chalecos salvavidas para todos los ocupantes, etc.). Otro apartado muy importante sin duda a tener en cuenta son las comunicaciones, por pequeña que sea la embarcación, no confiando en exceso en la telefonía móvil que a cierta distancia de la costa o zona de acantilados no enlaza con las antenas repetidoras, al margen de capacidades de carga, etc.. Toda embarcación, aunque no lo exija la norma, debe ir provista de una emisora de banda VHF marina (Canal 16), que le permitirá comunicarse con la autoridad marítima o con cualquier otra embarcación de la zona en caso de peligro.

La navegación tiene un punto agravado en cuanto a la seguridad que no se tiene tierra adentro. Una avería de motor o cualquier otra incidencia en un coche no tiene mayor repercusión, más allá de llamar a la grúa para llevarlo al taller, sin embargo en el mar una avería de este tipo te puede costar la vida, no digamos una vía de agua, independientemente de la distancia a costa.

El exceso de confianza siempre ha sido aliado de la tragedia en el mar, por lo que la seguridad debe ser requisito y prioridad número uno. Los profesionales de la mar lo saben, al margen de celebraciones, procesiones y devociones. Celebrar la procesión marítima velando por la seguridad de todos los participantes puede y debe ser compatible. Es responsabilidad de los patrones de las embarcaciones y por supuesto de las Autoridades.

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