
Por
el contrario se ha extendido como cortina de humo el estúpido asunto
de los bolardos, a pesar de haberse explicado hasta la saciedad y de
su evidente ineficacia ante un coche bomba, un tirador o unos
descerebrados que decidan inmolarse en nombre de Ala... Los atentados
más sangrientos de España fueron cometidos en cuatro trenes con
mochilas cargadas de explosivos. Fueron diez explosiones casi
simultáneas. Claro que también entonces las mentiras y la feroz
campaña por parte de determinados medios de comunicación acabaron
haciéndonos dudar de los 192 muertos y 2.000 heridos. Pero si,
tristemente había ocurrido y es lógico que con medidas tan
simplistas como los bolardos no se habría conseguido evitar
aquellos atentado.
En
esta ocasión, determinados sindicatos policiales y asociaciones de
la Guardia Civil se han sumado al coro de voces que han hecho “piña
corporativa nacional” contra la policía catalana. ¡Ay, Esos celos
policiales siempre a flor de piel! Máxime tratándose de la policía
mejor remunerada del estado… Hasta algunos generales del ejército,
nostálgicos de otra época en la que se elegía a los de su empleo
para dirigir a los cuerpo policiales, se han subido también al carro
de las descalificaciones, pidiendo incluso el retorno de competencias
de la Guardia Civil en Cataluña. Críticas todas ellas sin
fundamento y cargadas de odio y desprecio al catalán.
Los
que se ocupan de poner el foco en los bolardos en este grave asunto
de la seguridad
desconocen -u omiten intencionadamente- que el
atentado de la furgoneta fue la “opción B”, que la opción A
-según lo averiguado en las investigaciones tras la explosión de
Alcanar (provincia de Tarragona, a 180 km.)- era provocar una gran
explosión en un lugar de máxima concurrencia pública mucho más
sangriento del ocurrido en Las Ramblas.
El
flujo de información e investigación policial con la colaboración
internacional de otras policías, al tiempo que un seguimiento
implacable y serio de las vías de financiación de estos grupos
terroristas, son sólo algunas de las vías más efectivas para
acabar con esta lacra. En este país de frágil memoria tenemos la
evidencia reciente, con la actuación de la justicia y los cuerpos
policiales en la desarticulación de varios comandos de ETA, que dio
sus mejores resultados cuando se atacó directamente a su
financiación.
Los
servicios de inteligencia podrían ser otra herramienta bien
engrasada en la lucha anti-terrorista, pero parece ser que están en
“otras cosas”… a la vista de los resultados… El flujo de
información entre cuerpos policiales y servicio de inteligencia si
que sería un buen bolardo en el camino de los grupos terroristas y
no los consabidos celos policiales que a nada conducen. El Estado
tiene herramientas suficientemente
engrasadas para ponerlas al servicio de la seguridad. Hágase!! Sólo
hace falta que exista intención y voluntad de trabajar por la
seguridad de todos.
Las
críticas sin fundamento a un cuerpo policial que, al margen de
errores, ha demostrado estar a la altura de otras policías, por su
organización, capacidad de respuesta y profesionalidad no ayudan a
convencer a los catalanes de su permanencia en España. La
competencia y diligencia policial no depende del color de los
uniformes ni del idioma que se hable.


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