sábado, 30 de junio de 2018

Hogueras, estiércoles y otras incoherencias.


Clamamos al cielo entre espumarajos cuando algún agricultor vecino decide utilizar estiércoles olorosos en sus cultivos -que yo personalmente he denunciado- que debemos soportar los vecinos en forma de olores, hedores e insectos de acompañamiento. Sin embargo parece que el humo que desprenden cada año nuestras hogueras fiesteras no molestan tanto…Hay tradiciones que deberíamos empezar a “revisar”. Estoy pensando en las hogueras que por esta tierra canaria se extienden con motivo de la festividad de San Antonio, San Juan o San Pedro, que cada verano contaminan y hace irrespirables los pueblos, enviando a la atmósfera y a nuestros pulmones el veneno mortal. Llama la atención que en la era de las energías renovables, del desarrollo sostenible y de la lucha contra el cambio climático, se haga la vista gorda con estas fogaleras improvisadas por los cuatro puntos cardinales canarios, que todos aprovechan para ahorrarse un viaje al punto limpio, quemando muebles, maderas, plásticos y neumáticos por doquier. Sorprende que se persiga, cual peligroso delincuente, al “desalmado” agricultor que, fruto más de la ignorancia que de la maldad, decide quemar los restos de poda o malas hierbas en lugar de aprovecharlos para fabricar un precioso abono para sus propios cultivos, en forma de compost, mientras se mira para otro lado al tiempo que arde Canarias por los cuatro costados.
Quizás, no sería tan mala idea prohibir y perseguir todo tipo de hogueras, sea cual sea el motivo. Y algún intrépido contaminador podría decirme que también habría que prohibir las fallas valencianas, y yo le contestaría que sí, que tiene toda la razón, que contaminan aún más que nuestras hogueras y que debería prohibirse, pero dejemos eso para los valencianos…
¿Somos conscientes o no de la necesidad de proteger nuestra atmósfera? ¿Somos conscientes o no de la gravedad del cambio climático? ¿Realmente estamos dispuestos a que las tradiciones sigan lastrando la evolución?
Quizás, no sería tan mala idea prohibir y perseguir todo tipo de hogueras, sea cual sea el motivo. Y algún intrépido contaminador podría decirme que también habría que prohibir las fallas valencianas, y yo le contestaría que sí, que tiene toda la razón, que contaminan aún más que nuestras hogueras y que debería prohibirse, pero dejemos eso para los valencianos…¿Somos conscientes o no de la necesidad de proteger nuestra atmósfera? ¿Somos conscientes o no de la gravedad del cambio climático? ¿Realmente estamos dispuestos a que las tradiciones sigan lastrando la evolución?

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