domingo, 8 de septiembre de 2019

El interesado debate empresarial de la tasa turística, por Raul Vega

“¿Por qué la puesta en marcha de una tasa turística destruye empleo? ¿Qué estudio manejan para saber con certeza la cantidad de turistas que dejarían de venir a Canarias por pagar entre 0,50 y 1,50 euros por noche? Ya se los digo yo, ninguno, pero usan nuestra débil situación para amenazar al gobierno recién conformado, cuya línea roja es mejorar las condiciones económicas de la población canaria. ¿Se dejará amedrentar por el chantaje?”

Esta semana la Patronal Turística de Fuerteventura, Asoufer, informó en nota de prensa de la reunión mantenida entre dicha entidad con los concejales de turismo de La Oliva, Puerto del Rosario y Antigua, excusando la ausencia de los ediles del ramo de Pájara y Tuineje. Dicho encuentro tuvo como eje central el análisis de las causas del descenso turístico en la isla. Algunas de las conclusiones extraídas fueron la necesidad de “más limpieza, mayor capacidad para gestionar sus recursos turísticos y más comunicación con todas las entidades del sector”. Emplazaron continuar el debate con el Cabildo Insular presente y se mostraron dispuestos a seguir manteniendo la comunicación, en un llamamiento claro a la unidad de todos los actores (básicamente instituciones y patronales empresariales), para remontar las cifras turísticas actuales.
Los empresarios turísticos de Canarias están muy preocupados por el descenso de la llegada de turistas, pese a que dicha caída era previsible. Desde 2011, con las primaveras árabes, Canarias comenzó a recibir contingentes de visitantes prestados. A partir de ahí cada año las cifras fueron espectaculares hasta techos de auténtico récord, difícilmente igualables. Esos éxitos, que llenaron sus bolsillos, no repercutieron en la mejora de las condiciones de trabajo. Ni siquiera pudieron tirar del empleo, manteniendo unas cifras de desempleo propias de un país subdesarrollado. Ahora viven preocupados por la parálisis. Y, en el relato, cabe la certeza de que las consecuencias las pagarán los explotados trabajadores, sufridores del ingente trabajo de los últimos años y del descenso de la actividad en este último tiempo.

Con todo, volviendo a las conclusiones de Asoufer en colaboración con ayuntamientos, solicitan más limpieza y capacidad para gestionar los recursos turísticos. ¿Cómo se podrían conseguir más recursos para gestionar de manera más efectiva todo esto? A lo mejor con la aplazada y rechazada tasa turística, incluso en épocas de bonanza. Ahora se plantea la posibilidad de instalarla desde el nuevo gobierno progresista. Sin embargo, los empresarios vuelven a rechazarla alertando de que destruiría empleo y encontrando un eco cómplice en ciertos medios de comunicación. “Dará al traste con toda la labor realizada hasta ahora y con todo el esfuerzo inversor llevado a cabo por el sector privado en los últimos años para mejorar la planta alojativa y para generar un empleo estable y de calidad”, aluden. La amenaza velada del empresariado, con el eco cómplice, no se circunscribe a nada constatable. ¿Por qué la puesta en marcha de una tasa turística destruye empleo? ¿Qué estudio manejan para saber con certeza la cantidad de turistas que dejarían de venir a Canarias por pagar entre 0,50 y 1,50 euros por noche? Ya se los digo yo, ninguno, pero usan nuestra débil situación para amenazar al gobierno recién conformado, cuya línea roja es mejorar las condiciones económicas de la población canaria. ¿Se dejará amedrentar por el chantaje?
Según indica el portal especializado Tourinews, “de las tres grandes comunidades autónomas receptoras de turistas, Canarias era la única que no cobraba ningún tipo de ‘ecotasa’ o tasa turística”. Baleares cobra en temporada 2 euros por establecimiento de 3 estrellas o inferior, 3 euros por uno de 4 estrellas y 4 euros por uno de 5 estrellas. Cataluña recibe por noche 2,25 euros en Barcelona y 0,90 en el resto de la comunidad en vivienda turística tipo Airbnb, 0,65 euros en Barcelona y 0,45 en el resto de la comunidad por estancias en alojamientos de menos de 3 estrellas, 1,10 en Barcelona y 0,90 en el resto de Cataluña por hoteles de 4 estrellas y 2, 25 euros por hoteles de 5 estrellas. En resumen, en Baleares pagarás un máximo de 4 euros y un mínimo de 2 en temporada alta, en Cataluña, excepto Barcelona, entre 2,25 y 0,45 euros y en Barcelona ciudad entre 2,25 y 0,65 euros. Euskadi y Madrid, además de otras ciudades del Estado español, también se la están planteando.
El mismo portal, Tourinews, ha realizado un estudio hipotético de lo que obtendría Canarias con la ecotasa, atendiendo a los turistas que visitaron las islas en 2016. Según el modelo que se quiere implantar en el Archipiélago, 0,50, 1 y 1,50 euros, según el tipo de alojamiento, sin que paguen los menores de 14 años ni se cobre absolutamente nada en campings, las islas ganarían  81.854.096,5 euros. Según el modelo catalán, obviando el caso de Barcelona, 84.707.332,65 euros. Si nos vamos al modelo balear, Canarias obtendría 145.778.217 euros. Por lo tanto, eso es lo que, aproximadamente recibiría Canarias con la tasa turística y esa cantidad es la que, también de manera estimada, ha perdido desde que se pudo instalar, en 2015, multiplicado por 4.
Afirma Luis Cardona, presidente de Excelfuert, patronal del sur de Fuerteventura, que “no hay garantía de que los ingresos que genere esta tasa se utilicen exclusivamente en beneficio del sector turístico, en el incremento de la inversión, en mejora de las infraestructuras turísticas y en la promoción del destino”. En contradicción con lo que plantea Cardona, Ángel Víctor Torres indicó en la firma del pacto de las flores que “el objetivo es revertirlo en la mejora del lugar del destino, no solo nuestras calles y plazas, sino también los espacios naturales y el patrimonio cultural”, por lo que no hay duda al respecto, al menos de las intenciones. Lo que sí existe es la voluntad de confundir para seguir bloqueando una tasa que Canarias necesita. Una tasa turística que mejore las infraestructuras turísticas, que financie los servicios, que mantenga en buenas condiciones los espacios naturales o que gestione los recursos de todo tipo (agua, basura, etc.) que cuesta mucho dinero gestionar con nuestros propios recursos. Lo siguiente, por sostenibilidad, sería establecer un límite a la actividad turística por capacidad de carga, pero eso sería por el momento mucho estrés para unos empresarios que  están acostumbrados a llevárselo crudo.

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