Juan Carlos Monedero
19/03/2023
¿Será
que vienen elecciones?
El
ruido político sube en relación directamente proporcional a la
cercanía de las elecciones. Dos más dos son cuatro.
Siempre
ha sido en estas fechas cuando han estallado las falsas acusaciones
contra Podemos, cuando los jueces se han convertido en actores
políticos y las tertulias han puesto a pleno funcionamiento su
máquina del fango -después
de una estrategia temporal que pasa por haber depurado sus plantillas
de tertulianos críticos-. Esta certeza no quita que tengamos derecho
a separar el grano de la paja.
En
esta discusión sobre el papel de la izquierda en las cercanas
elecciones municipales y autonómicas echo en falta que todos los
actores sinceren qué hay detrás de sus argumentos. Es evidente que
no hace falta ese ejercicio en OK
Diario,
en La
Razón o
El
mundo,
en El
programa de Ana Rosa o
el de Susana Griso, en el telediario de Vallés, con los discursos e
invitados de Motos en El
Hormiguero o
con las homilías de Federico Jiménez Losantos, Carlos Herrera o
Carlos Alsina. Tampoco hace falta con VOX ni con el PP ni con
Ciudadanos. Juegan
a la democracia con las cartas marcadas y son capaces de robarse el
dinero de la Operación Chamartín de turno, el destinado a niños
hambrientos de África, el de una visita del Papa o del bono
eléctrico pensado para las familias vulnerables.
En
cambio, en los ámbitos más entreverados, en esos donde el
periodismo no responde a pautas mercenarias y, en la política, donde
se mantienen un ámbito de respeto a la virtud pública más allá de
los intereses particulares personales o de partido, la confusión no
es menor y eso termina golpeando a los intereses democráticos del
conjunto de la ciudadanía. No olvidemos que una de las estrategias
centrales de la derecha, sabiendo que alguien de izquierda nunca les
votaría, es desalentar a esos votantes progresistas y que no vayan a
las urnas.
Ante
tanta turbiedad, claridad. Habría que apelar, aunque es ingenuo, a
la honestidad del político o del opinador de la política -pues
ambos van configurando un ánimo público que decidirá las
elecciones-para que expresaran realmente qué hay detrás de sus
afirmaciones. Leo argumentos y con cada vez más frecuencia creo que
están razonando con fines diferentes a los que enuncian. El chat GTP
suele ser más sincero.
Con
mayor o menor consciencia. La astucia de la razón hegeliana es
precisamente eso: que junto a tu voluntad y tu libre albedrío no
dejas de ser hijo de tu tiempo, de tu condición social y de tu
manera de estar en el mundo. En las ciencias sociales, para explicar
el comportamiento de los actores políticos y de la ciudadanía en
general invitamos a mirar desde cuatro sitios: desde las teorías de
la elección racional, que nos presuponen egoístas y maximizadores
de nuestra utilidad (utilidad material o de estatus o de prestigio);
desde las instituciones en donde operamos (con sus restricciones y
también las capacidades que brinda); desde los diferentes "círculos
de reconocimiento" en donde nos miramos; y desde el compromiso
individual de cada cual con lo que es bueno, bello y verdadero. Es
decir, desde la decencia y la honestidad.
Es
importante clarificar porque, como viene siendo común, es más el
ruido y la tinta que oscurece el trasfondo que la claridad de los
argumentos. Como ocurre cotidianamente en los medios y en las redes
sociales, hay una legión de malpagados que reciben su soldada
buscando argumentos para descalificar cualquier mensaje que venga de
la izquierda. Hay que señalarlos.
Pero
la izquierda sabe que con una katana no puede ganar a los cañones.
Ha aprendido más de El
último samurai que
de Novecento.
En
estos días ha habido polémica porque desde el aire de familia de
Podemos, una guerrilla
mediática que
está ojo avizor a los movimientos de la derecha o de la izquierda
"realista" para contrarrestar su enorme capacidad de tiro
ha sacado sus herramientas, no siempre habiéndolas engrasado antes.
Es verdad que en ese ejercicio cae algún troyano al lado de los
tirios, pero no dejan de ser pedradas de David contra los Goliath del
panorama mediático. Es sorprendente que en la Europa de los medios
que defendieron las armas de destrucción masiva en Irak, la que
controla cientos de fábricas de bots, la que dedica cantidades
ingentes de dinero para mentir en las redes se señale a la izquierda
porque pone unos cuantos tuit. Quizá la inminencia de la puesta en
marcha de Canal Red, un proyecto televisivo por internet que impulsa
el ex vicepresidente Pablo Iglesias, explique por qué aumentan las
expectativas y las diatribas.
¿Qué
piensan los que no nos cuentan lo qué piensan?
Como
decía el doctor House, "todos mienten". Parece que el
ejercicio intelectual por excelencia en la actualidad es desvelar lo
que reposa debajo de las mentiras. Dedicar más tiempo a desaprender
que a aprender. Tiene ventaja la izquierda a la hora de defender la
verdad, porque al querer superar el sistema tiene menos necesidad de
mentir. Sin embargo, ¿es toda la izquierda igual? ¿Hay argumentos
que no se enuncian? ¿Qué buscan los actores políticos en el campo
progresista?
En
un ejercicio apresurado de lectura de intenciones podríamos señalar
las siguientes hipótesis:
PSOE:
es decir, Pedro Sánchez, que quiere seguir gobernando y para ello
sabe que necesita que las fuerzas de izquierda ajenas al bipartidismo
saquen un resultado suficiente. Al mismo tiempo, suspiran por
aniquilar a Podemos, empezando por sus líderes y sus ex líderes,
aunque eso sería su fracaso (y Sánchez sabe que su fracaso se lo
cobrarán muy caro los Page, Lamban y demás derecha del PSOE). Por
un lado, porque no les darían los escaños: hay gente de izquierda
que ya nunca votará al PSOE. Además, alejaría a Bildu y ERC y
pondría en peligro el nuevo bloque de gobierno. Esas pasiones
contradictorias explican la sensación de veleta del PSOE (y también
los bandazos de lo que se empieza a conocer como la "progresía
mediática"). Necesitan que Yolanda Díaz, de la que piensan que
ha perdido demasiado tiempo, haga la tarea que se le encomendó, y
piensan que si sigue enfadando o ninguneando a Podemos el proyecto
naufragará. Aunque Tezanos les dijera lo contrario, saben que si se
divide la izquierda no habrá votos para sumar una mayoría frente al
PP-VOX. Además, desde el PSOE no contaban con que las cesiones a la
derecha iban a reforzar el liderazgo de Irene Montero (en parte, y
era impredecible, por el capricho soberbio de Pilar Llop, la Ministra
de Justicia). Desde que se fue Iván Redondo y a alguien se le
ocurrió la moción de censura de Murcia, no son pocas las veces en
donde parece que la estrategia socialista falla.
Podemos:
siente que ha sufrido desde 2014 una cacería indigna de una
democracia y que los que pretenden beneficiarse de los ataques que ha
sufrido no tienen coherencia de izquierda. Sabe también que les
atacan porque son los que han cambiado España (y que cuando te vas
de Podemos, todo se suaviza. Pensar que algún líder de Podemos
hubiera cobrado ilegítimamente el bono social nos lleva a un
escenario de portadas, tertulias, informativos y linchamientos que no
han existido cuando ha sucedido en otras izquierdas. Escucho a algún
asesor de la izquierda madrileña errejonista diciendo: "aguanta,
que se pasa y vamos a seguir como si no pasara nada". Alguno que
nunca podría decirse desde Podemos porque nunca nada se pasa). Al
tiempo, Podemos piensa que todos los que le critican acusándole de
fragmentar
a la izquierda son
gente que estaban en Podemos, se hicieron famosos gracias a Podemos y
ahora todos han fundado partidos contra Podemos o que quieren
sustituir a Podemos (Íñigo Errejón con Más País, Teresa
Rodríguez con Adelante Andalucía, Alberto Rodríguez con Drago o
Yolanda Díaz con Sumar). Sabe que ha sido su coherencia y su
consistencia la que ha logrado las principales leyes sociales en
España y tiene en su cuerpo las cicatrices que le ha producido
arrancarle al PSOE esas políticas (de las cuales luego el PSOE hace
gala y se cuelga medallas). Como fuerza avasallada y asediada,
recuperó su autoestima tras el fiasco de las elecciones andaluzas
(un desastre creado al alimón entre Izquierda Unida y el equipo de
Yolanda Díaz con la colaboración de Más País). Y después de que
Errejón creara a sus espaldas un partido con los once liberados que
le entregó Podemos, no está dispuesto a repetir esa experiencia.
Sabe también que el PSOE está más cómodo con Yolanda Díaz que
con Ione Belarra o Irene Montero y, por coherencia personal y respeto
a los militantes, va a defender con firmeza la plaza. Podemos, con la
nueva dirección, ha empezado a hacer por vez primera partido. Y eso
le otorga un largo aliento que le ayuda a pensar que no se lo juega
ya todo a una carta. Por eso presiona con lo que considera que es
justo y con la firmeza del que no va de farol.
Izquierda
Unida:
en verdad había que decir el PCE. El histórico partido comunista de
España, que mantuvo la bandera de la dignidad en solitario y luego
en Izquierda Unida durante mucho tiempo, vio en 2011 cómo el 15M le
arrollaba. No supo leer el cambio de los tiempos y despreció lo que
significaba la gente en las calles. Después, el PCE decidió
"migrar" a Unidas Podemos igual que antes había migrado a
Izquierda Unida. Aunque perdió en Unidas Podemos la centralidad que
tenía en IU cuando era el principal partido de la coalición. Ahora
ha decidido volver a migrar, en esta ocasión a Sumar,
confiando
en que la militancia en el Partido Comunista de España de Yolanda
Díaz le permitiría recuperar la centralidad perdida. Es lo que
explica por qué Enrique Santiago y Alberto Garzón están entregados
al proyecto de Sumar y, concierta sorpresa, a Yolanda Díaz, pese a
que ideológicamente estarían más cerca de Podemos. (Pensemos, por
ejemplo, en las posiciones en la guerra de Ucrania, recordando que
Izquierda Unida nació del movimiento Anti-OTAN). Y es también lo
que explica que los que ayer argumentaron como una de las razones
para irse de Podemos el pacto con Izquierda Unida, ahora pacten entre
sí, como pasó en Andalucía. La nueva política a veces se parece
mucho a la vieja. Y por eso no es extraño que en ese viaje acompañen
al viejo comunismo todos aquellos y aquellas que sueñan con una
izquierda inmaculada, que prefieren no gobernar para no tener que
enfrentarse a la dureza de saber que dios no existe y que prefieren
odiar a Podemos antes que enfrentar la realidad y cambiarla.
Más
País-Más Madrid:
Más País tiene dos escaños. Relevante no es. En cambio, el partido
más fuerte de la izquierda madrileña es Más Madrid. Por un lado
porque Podemos no se presentó a las elecciones municipales después
de la espantá
de
Errejón y Manuela Carmena; por otro, porque Mónica García, como
médico anestesista, supo hacer una oposición a Díaz Ayuso que, si
bien no fue eficaz tuvo brillo. El partido que lidera Mónica García
es una referencia obligada para salir de la barbarie de Díaz Ayuso y
de Martínez-Almeida. Pero se sabe en los mentideros de la villa que
la relación entre Errejón y la dirección de Más Madrid no es
buena. Han sido notorias las ausencias en su espacio político en
defensa de Mónica García con el caso del innecesario, torpe e
injustificable cobro del bono social y el bono térmico (siendo una
familia acaudalada). Tampoco ha salido Yolanda Díaz a defenderla,
pese a que era evidente que es o era su aliada en Madrid. Más País
nació del error de cálculo -o la mentira programada- de que iba a
sustituir a Podemos en las elecciones de 2019. La historia es
conocida: Errejón sacó su escaño y los verdes otro. Dos escaños.
Podemos perdió al menos trece. Pero el apoyo mediático ha sido
enorme (como le pasó a Albert Rivera). Ferreras, el del es
burdo pero voy con ello
contra
Podemos, no hay día que no le brinde su apoyo. Más País es un
proyecto que suena a desesperado (hemos visto un acto en Canarias de
Errejón con Alberto Rodríguez, pese a que no le apoyó cuando le
quitaron injustamente el escaño. En ese acto en Canarias también
estaba un tipo aupado por Jesús Gil, el corrupto de Marbella,
condenado por fraude electoral). Pese a las cuitas pendientes, hay
que pensar en cómo suturar las heridas. La ira entre Podemos y el
errejonismo
está
ahí, si bien es condición necesaria que se supere. Los votantes,
salvo los más concienciados, no entienden las disputas. Mónica
García se negó a la alianza en Madrid con Podemos que le propuso
Alejandra Jacinto y Roberto Sotomayor.
Podemos
ahora se encuentra con que el cobro del bono social por Mónica
García -que si los medios hubieran apretado hubiera devenido en una
dimisión- quizá baje los humos y haga más fácil el entendimiento.
La
progresía mediática:
quizá el humor que más acompañe al periodismo progresista es el
que dice que le corresponde a Podemos salvaguardar el gobierno de
coalición cediendo cada vez que hay un conflicto con el PSOE. Llama
la atención que apenas se les identifiquen señalamientos duros al
socio mayoritario, al PSOE, mientras que constantemente le dicen a
Podemos lo que tiene que hacer, que consiste por lo general:en
no levantar la voz ni criticar los incumplimientos del PSOE, en
aceptar lo que Sánchez imponga como Presidente del Gobierno, en
ceder ante cualquier vendaval mediático que dirija la derecha, en
aceptar y celebrar lo logrado y dejar para otra ocasión lo no
conseguido, en definitiva, en convertirse en un gestor complaciente
de las políticas que el PSOE esté dispuesto a tolerar. Esta
izquierda mediática es útil en la medida en que defiende al
gobierno de coalición, pero suelen contemporizar en tiempos de
zozobra y, llegado el caso, terminan culpando a Podemos de la
"polarización" -aunque sea responsabilidad de jueces
haciendo política o del PSOE incumpliendo los acuerdos de gobierno-
y al final son rehenes de la lógica general de los medios en los que
trabajan. Para la progresía mediática el ideal es un gobierno de
coalición entre el PSOE y Yolanda Díaz, donde Podemos pierda su
capacidad de dar un golpe en la mesa del Consejo de Ministros y quede
como un Pepito
Grillo que
oriente el rumbo, y donde la incorporación de Bildu y ERC a la
gobernanza de España sea sustituido por apoyos del PNV y de sectores
oportunistas del independentismo catalán.
Pablo
Iglesias y Canal Red: Después
de la creación de Podemos, la siguiente carga de profundidad contra
los residuos del régimen del 78 es la creación de una televisión
que opere al margen del oligopolio que configuran Mediaset (de
Berlusconi y ahora reorientándose hacia la derecha española),
AtresMedia (del grupo Planeta, es decir, del PP y con simpatías con
VOX) y RTVE (en manos del partido de gobierno de turno o, ahora
mismo, por la brillantez de Bolaños, del PP). Iglesias salió del
gobierno por propia voluntad pero desde el hastío de no haber podido
desarrollar las transformaciones que había imaginado. Toda esa tarea
pendiente, más la constatación de que la derecha española y
acompañantes no hacen prisioneros -juicios, fomento de las
divisiones, un año asediándole a él, a su compañera y a sus hijos
en la puerta de su casa, bulos cotidianos demonizando o intentando
quebrar el ánimo, traiciones políticas y persecuciones constantes a
los compañeros y compañeras- le llevan a Iglesias a desarrollar un
proyecto mediático carente de cualquier ingenuidad. Canal Red va a
ser un actor esencial en la reconfiguración de la izquierda española
y su único riesgo es él mismo, es decir, alimentar el marco del
asedio y dar la sensación de estar asediado, configurando una
política de "nicho" que no permita crecer al espacio como
hizo Podemos en 2014 leyendo correctamente el 15M. Si la irrupción
de Podemos en 2014 supuso la ruptura del bipartidismo, la emergencia
de Canal Red es probable que suponga el fin del duopolio privado de
los medios en España, que ha sido la condición necesaria del rapto
democrático que hemos sufrido en manos del bipartidismo.
Conclusión
Estas
notas pretenden dar cuenta, con la urgencia de una nota periodística,
de las corrientes de fondo que se expresan en la izquierda. Se leen
sobre todo, como ocurre en los partidos, desde la lógica de las
teorías de la elección racional: todos buscan, con egoísmo de
grupo o individual, maximizar su utilidad, aunque hay más o menos
incursiones de honestidad y decencia. En España -no así en otros
lugares- el marco institucional aún funciona, aunque lo que le está
haciendo el PP al poder judicial está poniendo en riesgo la
credibilidad de la división de poderes. Estamos, como venimos
repitiendo, en la paradoja de que es la izquierda la que está
defendiendo la democracia liberal y sus pesos y contrapesos. La idea
del "círculo de reconocimiento" (que desarrolló Alexandro
Pizzorno) nos muestra que esa referencias de comportamiento ahora
mismo son un factor de división entre las diferentes familias de la
izquierda, porque tienen enormes dificultades para comunicarse entre
ellas. Por último, ¿qué queda de la mirada generosa, de la
ideología de izquierdas basada en la fraternidad, del humanismo que
implica compasión, de la mirada para la que y nada de lo que es
humano nos es ajeno? Pues hay que convenir que no está en su mejor
momento. Y eso es un error. Ninguna
idea política tiene fuerza si no se convierte en una emoción.
Yolanda
Díaz ha gastado una parte de su capital simbólico, igual que le ha
pasado algo similar a todas las fuerzas de la izquierda (es evidente
que el Podemos de 2023 no es el Podemos de 2015 y que el PSOE agotó
su crédito por su papel en el bipartidismo).
Yolanda Díaz aceptó el reto para superar este bache. Es muy
probable que las hendiduras en la nave de la izquierda solo puedan
superarse recuperando la idea de unidad. La unidad sólo se va a
construir con una suerte de generosidad y de reconocimiento. Hasta
ahora, la generosidad ha brillado por su ausencia salvo en el caso de
Podemos (hay que recordar que el PCE y Alberto Garzón se opusieron a
que Yolanda Diaz fuera Ministra, pese a que ahora se desborde el
incienso en su relación).
La
política en la izquierda no puede ser solamente un pulso permanente.
Si te haces con dragones terminas siendo igual que los caminantes
blancos.
Le
corresponde a la Ministra de Trabajo organizar creativamente esa suma
de generosidad y de reconocimiento para que la unidad sea la foto de
la izquierda en las elecciones. Vuelve a ser un error no colaborar en
las elecciones municipales pensando que un debilitamiento de las
fuerzas de la izquierda significa un reforzamiento de Yolanda Díaz.
Decía Platón en Las
leyes que
en los asuntos complejos hacía falta la comparecencia de Zeus. Pero
el maldito Zeus sigue empeñado en guardar silencio.
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