Dice el viejo refranero que, “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. Y esto viene a cuento porque mientras el pueblo saharaui sigue pendiente de una descolonización que nunca llega (la historia de un abandono). Marruecos se ha adueñado del Sahara y sus recursos naturales, con la complicidad de Estados Unidos, Francia y la propia España. En marzo de 2022, mientras todo el mundo estaba pendiente de la guerra de Ucrania, España realizaba la última bajada de pantalones ante Marruecos, mostrándose a favor de una “autonomía saharaui” dentro de Marruecos, lo que en la práctica significa la enésima estocada a la que fuera provincia española número 53.
El estado marroquí desde su fundación en 1956 ha demostrado ser un martillo pilón en cuanto a sus reivindicaciones, con el apoyo inestimable de Francia y EE.UU., mientras que los españoles dejaron abandonados a su suerte al pueblo saharaui en lugar de haber hecho lo que tocaba, el reconocimiento de su independencia. Ni entonces ni ahora. Y aquí es donde cobra sentido el refrán español citado al comienzo del presente.
Mientras Marruecos camina con paso firme en cuanto a sus reivindicaciones, respecto a lo que considera sus territorios “y su mar”, en España se siguen “templando gaitas” con el reconocimiento del MAR CANARIO. El problema es que Canarias NO TIENE LOS DERECHOS RECONOCIDOS SOBRE EL MAR NI SU ZONA ECONÓMICA EXCLUSIVA, porque España no quiso registrar la petición a la firma de La Convención sobre el Derecho del Mar de 1982, ni en el Instrumento de Ratificación en 1997, como si lo hizo Portugal con Azores y Madeira; Francia con Martinica y la Guayana; y el Reino Unido con Las Malvinas e incluso Gibraltar (actualmente en litigio con España). Por tal motivo, las aguas entre islas -en el Archipiélago Canario- son consideradas AGUAS INTERNACIONALES. Argumento que utiliza Marruecos para reivindicar su derecho a explotarlas, ya que lo considera su Zona Económica Exclusiva.
Ninguno de los territorios anteriormente citados, casi todos archipiélagos, llega a la entidad poblacional de Canarias, con más de 2.200.000 habitantes, más una población flotante entorno a las 300.000 personas, además de otros condicionantes económicos. Ni siquiera nuestra vecina República de Cabo Verde, no citada en la relación anterior por tener una entidad superior como estado independiente, llega a una cuarta parte de la población de Canarias. Sin embargo todos ellos tienen sus aguas y derechos marítimos perfectamente delimitados y reconocidos.
Canarias se sitúa geográficamente en otro continente, por lo que nuestros intereses son diferentes y en ocasiones contradictorios con la España peninsular, al margen de numerosas especificidades y características propias de nuestra ubicación, climatología, cultura y conformación geográfica, que nada tienen que ver con la España peninsular y sus protecciones como Estado, bien delimitados en la citada convención.
El establecimiento de un Estatuto de Plena Autonomía Interna para Canarias, incluiría las competencias marítimas tratadas en la mencionada Convención del Mar para los Estados Archipielágicos, como son los derechos sobre los recursos naturales, el control de paso de buques y la delimitación de un espacio de soberanía que acabaría con la incertidumbre de estar a expensas de las ambiciones de otros estados limítrofes.
La Plataforma del Mar Canario, junto a ayuntamientos, cabildos y sociedad civil organizada, lleva más de 20 años reivindicando el registro internacional de los límites territoriales para poder hacer efectiva las zonas de influencia marítimas isleñas. El pueblo canario debe unirse, aunque sea por esta vez, reivindicando nuestro mar archipielágico y nuestra Zona Económica Exclusiva, disipando así cualquier ambición de vender nuestro mar al mejor postor, poniendo en peligro nuestro futuro y nuestros intereses como pueblo.
El asunto es muy serio. Constatamos que cada día sube más la temperatura del planeta, y no sólo en grados Celsius, por lo que URGE la tramitación de este asunto VITAL para Canarias, o estaremos poniendo “nuestra barba” en manos del mejor postor.