Empiezo
con una fábula. Bernard Mandeville fue un filósofo, médico y
economista anglo-holandés que influyó con su obra en el capitalismo
y posterior neoliberalismo que hoy carcome al planeta y a sus
habitantes. A principios del siglo XVIII publicó un largo poema (La
fábula de las abejas, o cómo los vicios privados hacen la
prosperidad pública) que generó enormes controversias y que define
la manera actual de entender la libertad sin límites para la
especulación económica. Mandeville nos habla de una colmena de
abejas “que vivían con lujo y comodidad (…) empeñadas por
millones en satisfacerse mutuamente la lujuria y vanidad”. Los
abogados demoraban las audiencias deliberadamente, los médicos
valoraban más la riqueza que la salud del paciente, la justicia
dejaba caer la balanza “sobornada con oro”…” El curioso
resultado es que mientras/ cada parte estaba llena de vicios/ sin
embargo todo el conjunto era el Paraíso”. Así y todo “todos los
tunantes exclamaban descarados/ “Dios mío, si tuviéramos un poco
de honradez”. Júpiter, movido por la indignación “prometió
liberar por completo del fraude al aullante panal; y así lo hizo”.
Entonces todo se derrumbó. La honestidad y la ética acabaron con la
sociedad próspera: “Contemplad ahora el glorioso panal, y ved/
cómo concuerdan honradez y comercio”. Todo se vino abajo.
Desapareció el comercio y la industria y todo el mundo se lamentaba:
“Dejad pues de quejaros: solo los tontos se esfuerzan/ por hacer de
un gran panal un panal honrado./ Querer gozar de los beneficios del
mundo, y ser famosos en la guerra, y vivir con holgura,/ sin grandes
vicios, es vana/ utopía en el cerebro asentada./ Fraude, lujo y
orgullo deben vivir/mientras disfrutemos de sus beneficios.” Y
termina: Para alcanzar la Edad de Oro “da lo mismo la honradez…que
la bellota”.
El
aumento de la corrupción en el mundo y su especial incidencia en
España parecen dar la razón a Mandeville. A tenor de lo que vivimos
cada día, el enorme batallón de los “torpes y haraganes” de la
sociedad civil -“condenados a la guadaña y la azada/ y agotando su
fuerza para poder comer”- no cesa de clamar en contra de la
corrupción y “provoca una situación paralizante que nos impide
salir de la crisis". No atiende a las razones de Fréderic
Bastiat: “desde una fe científica y razonable (afirmo que) el mal
lleva al bien y lo provoca”. Ahí queda eso.
Según
Transparencia Internacional la crisis ha espoleado la corrupción en
todo el mundo y en especial en Norteamérica y Europa. Los datos del
Eurobarómetro sobre la corrupción en el Viejo Continente muestran
que casi tres cuartas partes de los europeos siguen considerando la
corrupción como un problema importante. Lo mismo nos dice el último
estudio sobre la corrupción en Europa de TI, que en su informe sobre
“Dinero, política y poder” pone de manifiesto el déficit de
transparencia en la toma de decisiones, en la financiación de los
partidos políticos y en la relación indebida entre las empresas y
los gobiernos. Cecilia Malmström, Comisaria de la UE para asuntos
de Interior afirma que los resultados de la lucha contra la
corrupción son decepcionantes: “¿Cuántas veces nos han dicho que
es hora de actuar? Los europeos esperan que los gobiernos nacionales
tomen medidas decisivas. Es hora de que lo hagan”. La mayoría de
los datos coinciden en aseverar que España, Irlanda e Italia (solo
superados por Grecia y Rumanía) son los países europeos que peor
consideran a sus partidos políticos.
Y
no es para menos. En los últimos años no cesa el goteo de casos de
corrupción en España y a los escándalos de Palma Arena, Nóos,
Unió Mallorquina, Malaya, Merca Sevilla, Matas, Eres de Andalucía,
Andratx, Caja Castilla-La Mancha, del Mediterráneo, etc., Palau,
Baltar, Fabra, Camps, la condonación de la deuda de los partidos por
la banca, Gürtel, Campeón, Brugal, Eólico, Pallerols y tantos
otros se suma ahora el caso Bárcenas, sus 22 millones en Suiza, los
sobresueldos en negro del PP y el cobro de comisiones a las empresas
contratadas por los populares, las plusvalías del anterior tesorero
Sanchíz, la cuenta en Suiza de López Viejo, la de la FAES en
Luxemburgo, etc.
La
situación es terrible. Dramática. Y no es nueva. El Consejo de
Europa, con su informe GRECO, ya suspendió a España en 2011 por la
oscura financiación de los partidos. Más allá de los “y tu más”
irresponsables, del “no me temblará la mano” de Rajoy, de
auditorías sin valor alguno destinadas a acallar el clamor popular,
de llamadas a pactos contra la corrupción entre los dos grandes
partidos, del anuncio de una nueva Ley de financiación y de
transparencia de los partidos políticos (ya perdí la cuenta de las
que se han hecho sin efecto alguno y de las que se han anunciado cada
vez que aparece un nuevo caso de corrupción) se debe actuar con
absoluta contundencia en el desmontaje de esta peligrosa
partitocracia, y su connivencia con los poderes económicos, que ha
ido engullendo el sistema de libertades. No podemos olvidarnos de
que en el PSOE se descubrió toda una trama ligada a Filesa y que ya
el PP vivió el caso Naseiro: una confabulación para la financiación
fraudulenta del partido de la que salieron todos de rositas por la
prescripción del delito.
La
percepción ciudadana de que estamos al borde de un estallido social
debido al desempleo y la pobreza no deja de aumentar. La
constatación de la cesión de la soberanía de las instituciones a
los mercados que nos gobiernan, mientras se mantiene la maquinaria
enquistada de los grandes partidos, donde muchas veces fluye el
dinero negro, es desmoralizante; la apreciación de la falta de
honradez de los que manejan el cotarro, de que las prácticas
corruptas ya no son tan aisladas (el 91% de los españoles está
convencido de que en las instituciones hay corrupción) y de que la
alternancia es un paripé pactado, se afianza cada vez más en el
sentir colectivo. La confianza en las instituciones y sus
representantes cae en picado. Los grandes partidos apenas hacen algo
maas que gestionar la
dexconfianza.os apenas hacen algo ma alternativacontrolado cada vez
que aparece un nuevo caso de corrupciIIás
que gestionar la desconfianza. La cohesión social se desmorona. La
mezcla de la pobreza y la desesperanza frente a la situación de
privilegio de las élites se vuelve explosiva. El voto ha dejado de
ser un sistema fiable de control: ni penaliza a los corruptos ni es
capaz de proponer una alternativa.
La
degradación de la democracia adquiere un carácter peligrosísimo.
La privatización del Estado, la renuncia a la defensa de la justicia
social, la frustración de las ilusiones y la pérdida de horizontes
no hacen vislumbrar nada bueno. Necesitamos una transparencia real y
una regeneración democrática. La recuperación de los espacios
abducidos por la oligarquía político-económica no se puede hacer
esperar…Pero claro, más allá de las declaraciones rimbombantes
que nos dejan más de lo mismo, lo que leemos es que el Gobierno
está estudiando cambiar la ley para que los condenados penales por
delitos dolosos puedan dirigir entidades bancarias…
Y
termino con otra fábula del siglo XVI (Los miembros y el culo, de
Ortensio Lando) que tomo prestada de la “Breve historia de la
corrupción” de Carlo Alberto Brioschi: “Hubo un tiempo en que
todos los miembros humanos se pusieron de acuerdo para ser enemigos
del señor culo, y para decidir su controversia nombraron juez a
Hipócrates (…). Las imputaciones que se le hicieron fueron éstas:
que a fuer de holgazán permaneciera sentado y fuera maloliente,
incluso receptor de toda porquería. El culo, consciente de su
inocencia, no recusó el juicio, sino que defendió animosamente su
causa, afirmando con vivas razones que él estaba siempre vigilante a
las puertas del cuerpo, y que como portero allí situado por la
naturaleza, guardaba diligentemente dicho lugar, llevando fuera las
porquerías que los otros miembros concebían. Oído que hubo
Hipócrates estas cosas con suma atención, y habiendo considerado
óptimamente toda la causa, pronunció sentencia a favor del culo”.
En definitiva, o tomamos las riendas de la democracia, o al final
vamos a terminar aceptando la porquería del sistema (la financiación
ilegal, el enriquecimiento ilícito…) y la de los recaudadores y
demás corruptos que la gestionan (los culos). Si no lo impedimos se
volverá a pasar de puntillas sobre la financiación ilegal de los
partidos y la corrupción. Resulta sintomático que el único
condenado hasta ahora por el caso Gürtel sea el juez Garzón.