sábado, 3 de junio de 2017

Otra vez la violencia machista, por Paco Vega.

Esta semana quería hablar de Canarias, del día de Canarias y de la canariedad, en la que muchos creen que con ponerse el cachorro y “disfrazarse” de canario una vez al año ya cumplen con la defensa de esta tierra… Pero no, en esta ocasión aprovecharé estas líneas y esta pequeña ventana al mundo para GRITAR por algo que me parece mucho más grave como es la muerte de tres mujeres.

En estos días han sido tres las fallecidas a manos de sus parejas, dos en Madrid y una en Murcia, pero podrían haber sido en Canarias o en cualquier otra parte. Y ya son 27 las mujeres muertas en España por sus parejas en lo que va de año. Me desasosiega tremendamente este tema por lo incomprendido del drama que hay detrás de estos casos, no sólo por las muertes -que también- sino por las miles de mujeres que a diario y anóninamente sufren en silencio la tortura del maltrato machista.

No sirven de nada los minutos de silencio. No sirven de nada las tertulias improvisadas en las que, con mucha frecuencia se toca el tema con demasiada superficialidad. El problema para miles de mujeres seguirá ahí a los pocos días, cuando se apague el eco de la noticia y del espanto por la muerte de estas nuevas víctimas.


Me indigna profundamente cuando se equipara la violencia y el maltrato a las mujeres con determinados casos aislados de violencia sobre los hombres. Equiparar estos casos, condenables en todo caso, con las miles de mujeres que sufren esta lacra a diario, tiene un tufo MACHISTA que tira de espaldas, porque es innegable que vivimos en una sociedad machista en la que casi siempre la mujer lleva las de perder, excepciones aparte.

No me cansaré de decir que, aunque los moratones y la sangre son muy aparatosos y llamativos, el maltrato -en todos los casos-, empieza siempre mucho tiempo atrás. Se trata del maltrato psicológico, invisible, sin marcas físicas, pero con unas profundas heridas psicológicas que tardan mucho en cicatrizar y que son las culpables de que en la mayor parte de los casos, cuando llega el maltrato físico no haya denuncia de la víctima. “EL PERDÓN” tiene también mucho que ver con ese maltrato psicológico que se va fraguando durante años y que incapacita a la víctima para ver con objetividad lo que está pasando y tomar así sus propias decisiones.

La familia, amigas y conocidos tampoco entienden el comportamiento -a veces errático- de la víctima, que regresa una y otra vez con su maltratador, a pesar de las advertencias de todos. Pero es eso, la víctima de maltrato psicológico (y muchas veces físico) no es autónoma ni consciente para tomar decisiones, está condicionada siempre por la maraña que el maltratador ha ido tejiendo en su cabeza a lo largo del tiempo y de la que es muy difícil zafarse sin ayuda.

El maltrato psicológico puede existir sin maltrato físico, pero no es posible un
maltrato físico sin un maltrato psicológico previo que desbarata su autoestima, salvo casos excepcionales.

El maltrato psicológico no empieza de la noche a la mañana, como tampoco lo hace el físico. Suele iniciarse con sutiles exigencias e imposiciones, con leves muestras de control -muchas veces camufladas con el manto de los celos-, con pequeñas muestras y exigencias autoritarias que debe encender las alarmas de la víctima y su entorno. Pequeñas y sutiles acciones de control que van incrementándose sin que la víctima se percate, puesto que suelen intercalarse con demostraciones de amor incondicional. Para la víctima el maltratador no no es un delincuente y un homicida potencial, es el amor de su vida, su proyecto vital y en ocasiones el padre de sus hijos, con lo que esto significa. Se hace por lo tanto muy difícil para la víctima detectar nada sospechoso en una vorágine de sentimientos y acontecimientos entrelazados y contradictorios.

Desgraciadamente hay muchas víctimas a las que no les da tiempo de denunciar porque los acontecimientos se precipitan de forma inesperada y todo “explota” con el daño físico de la víctima cuando ya es irremediable. Pero cuando es posible detectarlo, bien por ella o por la familia o amigos, hay que tomar medidas urgentes de separación física del maltratador.

En todo el proceso de DETECCIÓN y PROTECCIÓN a la víctima hay dos fases fundamentales: La primera es previa a la denuncia, que compete a la propia víctima, su entorno familiar y de amistades (muy importante), en la que es fundamental no desfallecer ante un posible comportamiento contradictorio de la víctima (complicado pero fundamental). Y una segunda que es posterior a la denuncia, en la que debe seguir contando con todo el apoyo anterior y además, el de las Autoridades y personal de los Servicios Sociales especializados y competentes en la materia. En esta segunda parte es fundamental la sensibilidad y especialización del personal interviniente en toda la cadena de custodia y responsabilidad del caso (policía, abogados, funcionarios y jueces), además de los propios servicios sociales, estando atentos a las más que probables renuncias e inseguridades de la víctima.

El tema es tan complejo y tan grave que en ocasiones sucede que, a pesar de la denuncia de la víctima, ésta acaba falleciendo a manos de su pareja, bien por fallos en cadena funcionarial interviniente o por exceso de confianza y relajación en las medidas policiales o judiciales, falta de medios, personal, etc.

La dificultad en la detección, así como la poca convicción de la propia víctima y su entorno en este tipo de delitos hacen que su complejidad y tratamiento sea extrema. No olvidar nunca la peculiaridad de este delito en el que el delincuente es SU PAREJA SENTIMENTAL.

Tres eran tres y seguimos sumando muertes, seguimos sumando VIOLENCIA MACHISTA.



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