domingo, 3 de septiembre de 2017

Y Jesucristo predicó la paz, por Paco Vega.

Nunca en este país había escuchado y leído tantas mentiras tras un atentado, excepto el 11-M, casualmente por los mismos sectores que ahora lo hacen con la policía catalana. Las críticas y mentiras a todo lo que huela a catalán son lanzadas a los medios y redes sin piedad y sin el más mínimo rigor. Nunca en mis 52 años de vida he visto cuestionar con tanta beligerancia una actuación policial, exceptuando el citado atentado de los trenes en Madrid, por razones bien distintas. Una actuación que de haber sido realizada por la Policía o Guardia Civil habría recibido múltiples elogios y alabanzas por parte de los mismos que ahora ponen en cuestión todo el trabajo policial de los Mossos. Es probable que se hayan cometido errores (somos humanos), por lo que ya habrá tiempo de analizar cada actuación con lupa para mejorar la seguridad de cara al futuro, al margen del inevitable filtrado judicial de las actuaciones. Pero lo que estamos viendo en estos días en todos los medios de comunicación “clama al cielo” por desproporcionado. Pareciera que la seguridad del país, así como las vidas perdidas y los heridos en el atentado de Barcelona hubiesen pasado a un segundo plano, y que la prioridad ahora es defenestrar a la policía catalana.

Por el contrario se ha extendido como cortina de humo el estúpido asunto de los bolardos, a pesar de haberse explicado hasta la saciedad y de su evidente ineficacia ante un coche bomba, un tirador o unos descerebrados que decidan inmolarse en nombre de Ala... Los atentados más sangrientos de España fueron cometidos en cuatro trenes con mochilas cargadas de explosivos. Fueron diez explosiones casi simultáneas. Claro que también entonces las mentiras y la feroz campaña por parte de determinados medios de comunicación acabaron haciéndonos dudar de los 192 muertos y 2.000 heridos. Pero si, tristemente había ocurrido y es lógico que con medidas tan simplistas como los bolardos no se habría conseguido evitar aquellos atentado.


En esta ocasión, determinados sindicatos policiales y asociaciones de la Guardia Civil se han sumado al coro de voces que han hecho “piña corporativa nacional” contra la policía catalana. ¡Ay, Esos celos policiales siempre a flor de piel! Máxime tratándose de la policía mejor remunerada del estado… Hasta algunos generales del ejército, nostálgicos de otra época en la que se elegía a los de su empleo para dirigir a los cuerpo policiales, se han subido también al carro de las descalificaciones, pidiendo incluso el retorno de competencias de la Guardia Civil en Cataluña. Críticas todas ellas sin fundamento y cargadas de odio y desprecio al catalán.

Los que se ocupan de poner el foco en los bolardos en este grave asunto de la seguridad
desconocen -u omiten intencionadamente- que el atentado de la furgoneta fue la “opción B”, que la opción A -según lo averiguado en las investigaciones tras la explosión de Alcanar (provincia de Tarragona, a 180 km.)- era provocar una gran explosión en un lugar de máxima concurrencia pública mucho más sangriento del ocurrido en Las Ramblas.

El flujo de información e investigación policial con la colaboración internacional de otras policías, al tiempo que un seguimiento implacable y serio de las vías de financiación de estos grupos terroristas, son sólo algunas de las vías más efectivas para acabar con esta lacra. En este país de frágil memoria tenemos la evidencia reciente, con la actuación de la justicia y los cuerpos policiales en la desarticulación de varios comandos de ETA, que dio sus mejores resultados cuando se atacó directamente a su financiación.

Los servicios de inteligencia podrían ser otra herramienta bien engrasada en la lucha anti-terrorista, pero parece ser que están en “otras cosas”… a la vista de los resultados… El flujo de información entre cuerpos policiales y servicio de inteligencia si que sería un buen bolardo en el camino de los grupos terroristas y no los consabidos celos policiales que a nada conducen. El Estado tiene herramientas suficientemente engrasadas para ponerlas al servicio de la seguridad. Hágase!! Sólo hace falta que exista intención y voluntad de trabajar por la seguridad de todos.

Las críticas sin fundamento a un cuerpo policial que, al margen de errores, ha demostrado estar a la altura de otras policías, por su organización, capacidad de respuesta y profesionalidad no ayudan a convencer a los catalanes de su permanencia en España. La competencia y diligencia policial no depende del color de los uniformes ni del idioma que se hable.

Por otra parte es realmente triste ver y escuchar a un sacerdote vomitar odio y rencor -desde el púlpito de “La Casa de Dios”- hacia los que él considera lo peor de la sociedad, rojos comunistas (algo así como “el averno”), a los que acusó de cómplices del asesinato. ¿Qué habría sucedido si lo mismo hubiese hecho un Imán en su oratoria desde una mezquita? Pues eso, que probablemente lo hubiesen detenido por incitar al odio y a la violencia o enaltecimiento del terrorismo… Y de repente me viene a la cabeza un pasaje bíblico (no me pregunten por qué…): “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” [Mateo 5: 9] “...que la paz, amor y la bondad siempre rebose en nuestros corazones...” Sobra decir que, la actitud de este sacerdote es lo más alejado de lo predicado por Jesucristo y que Mateo refleja en este párrafo (y que apenas le ha supuesto, por cierto, un leve reproche de su obispo).

Triste comprobar que en este corral de la mezquindad en que también se ha convertido la iglesia católica, al parecer sólo tiene cabida las derechas de este país. Nada de ayudar y estar al lado del menesteroso y las personas humildes de buen corazón… La iglesia moderna -o al menos algunos curas y sus obispos- prefieren estar con los “niños bien”, o con los niños, a secas… También es lamentable ver que, los medios de comunicación más beligerantes con Cataluña y con la democracia, con un odio desmedido a todo lo que suene catalán sean propiedad de La Conferencia Episcopal (13TV y La Cope), en los que la objetividad y el periodismo serio quedan en un segundo plano. Es muy triste que el fanatismo de la extrema derecha tenga voz y espacio en este medio “bendecido” por la iglesia católica… Bendito sea Dios…

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