domingo, 15 de octubre de 2017

Choque de trenes o pelea de carneros, por Paco Vega.

No comprendo que los que no quieren la independencia de Cataluña, encabezados por el gobierno de la nación, no hagan nada para “conquistar” a los catalanes, convenciéndolos de forma amable para que se queden. La incapacidad política de este Gobierno y que no necesitan sus votos para gobernar es una de las principales razones, de otro modo ya se habrían sentado hace mucho y esto no hubiese llegado hasta aquí. Como no necesitan sus votos han despreciado su órdago, pensando seguramente que esto sería otro "Plan Ibarreche"… Evidentemente se equivocaron y han seguido equivocándose. Ahora tienen además el respaldo de un Rey al que toda su “preparación” se le ha desinflado (lamentablemente) en seis minutos de discurso, adoptando un tono aún más duro que el del propio Gobierno, en lugar de aprovechar para presentarse como un hombre de Estado y concordia, ganándose así el respeto de todos. Creo que en este caso ha pesado más el temor a que se extienda el republicanismo catalán al resto del Estado. En mi opinión, lo que ahora necesitaba el país era un discurso de paz, de consenso y de concordia, indicando a todas las partes el camino del diálogo como ÚNICA SALIDA. La dureza del discurso del Rey sólo ha conseguido endurecer las posturas.

A estas alturas de “la película”, después de los reiterados errores gubernamentales (de parte y parte), la única salida viable a todo esto es el referéndum pactado. Cualquier otra salida se me antoja difícil y peligrosa. Se ha podido hacer mucho desde hace mucho tiempo y no se ha querido o sabido. No cabe ninguna duda de que en el País Vasco están tomando buena nota de todo el proceso catalán, por lo que habrá que tener apertura de miras en el tratamiento a todo el asunto. El error ha sido dejar que todo llegase tan lejos sin ofrecer alternativas. El pudrimiento de las situaciones a las que Rajoy nos tiene tan acostumbrados aquí no le ha funcionado. Exhibir una y otra vez “músculo” y el imperio de la Ley (o de la porra) como único argumento de negociación no parece ser una actitud muy inteligente, si de resolver asuntos eminentemente políticos se trata.


Me ha dolido que el PP recurriera -y el Constitucional “destrozara”- el Estatuto
de Autonomía Catalán (son los polvos de estos lodos) .

Me ha dolido la cerrazón de las partes en todo el proceso.

Me ha dolido ver despedir a guardias civiles al grito de “a por ellos”, cuando salían con destino a Cataluña, como si de una guerra contra el enemigo se tratara (falta de profesionalidad e independencia política al margen).

Me ha dolido que la única alternativa de este Gobierno para “conquistar” a los catalanes haya sido llenarla de policías y recurrir al imperio de la ley, sin dejar una vía alternativa.

Me ha dolido y sorprendido ver coches de la Guardia Civil destrozados por algunos fanáticos, sin que hubiese respuesta policial alguna...

Me han dolido y sorprendido los excesos de algunos policías contra una población pacífica que únicamente pretendía votar (interpretaciones legales al margen).

Me ha dolido el comportamiento de algunos radicales increpar a los guardias civiles en los hoteles de residencia, cuando la única culpa de todo lo ocurrido la tiene el Gobierno de la Nación que ha ordenado con torpeza cada actuación y que se ha ido casi de rositas.

Me ha dolido que algunos guardias saliesen a “castigar” con porras extensibles a los “insultadores”, extralimitándose claramente de sus atribuciones y consiguiendo increpar aún más los ánimos (a por ellos una vez más). Lamentable.

Me ha dolido ver abandonar sus hoteles a los guardias, mientras les increpaban los radicales, sin que hubiese reacción alguna, sin duda siguiendo instrucciones.

Me ha dolido y sorprendido ver apedrear a guardias civiles por una multitud de radicales, sin que hubiese reacción, cuando estaría más que justificada.

Los miembros de las Fuerzas de Seguridad están siendo utilizados de forma torticera por el Gobierno de la nación desde el minuto uno, en función de sus intereses políticos, porque no entiendo de otra forma que se agreda con inusitada violencia a pacíficos ciudadanos en un colegio electoral, mientras -en otro momento- corre delante de los violentos radicales que les insultan y les apedrean en una actuación “excesivamente tibia” (por no decir otra cosa), cuando una reacción contundente de contención estaría más que justificada. En todo caso sigo viendo un error monumental, además de ponerlos a los pies de los caballos, la utilización de las fuerzas de seguridad en un asunto eminentemente político.

Por otro lado, sigo viendo a muchos ciudadanos que se asoman al problema catalán por primera vez (lleva varios años pudriéndose – al menos 11-) y que confiados en “la desinformación” de telediario y “tertulia a la medida” que favorecen descaradamente la posición del Gobierno de la Nación, no aciertan a entender la torpeza con la que se ha gestionado este tema por parte del Presidente de la nación, que en ningún momento ha tenido ni la capacidad ni la cintura suficiente para no llegar hasta aquí.

Me sorprende, también hay que decirlo, “las caretas” democráticas que en estos días se le ha caído a más de uno, que sorprendentemente se considera demócrata. He visto comentarios en las redes de todo tipo, desde pedir “más mano dura” en las intervenciones policiales, hasta pedir la intervención del ejército para arrasar Cataluña. Seguro que muchas de estar personas no aciertan a entender que en un estado de derecho no es el policía de turno -menos aún el ejército- el que imparte justicia a su libre albedrío, que es el estamento judicial el que debe procesar y condenar en su caso. Lamentablemente seguimos arrastrando la rémora del pasado franquista que no acabamos de digerir.

La intensa manipulación mediática que ejerce de altavoz de todo lo malo de parte y parte, no hace sino incrementar la tensión y alejar la solución del conflicto. La pregunta es: ¿A quién interesa seguir avivando la llama de este fuego? Muy probablemente si encontramos la respuesta a esta pregunta entenderemos realmente lo que está pasando y por qué no ha podido encontrarse una solución civilizada.

Las Fuerzas de Seguridad del Estado no necesitan ser vitoreadas ni alabadas, simplemente necesitan justa remuneración y condiciones de vida y laborales dignas. Deben además de ser utilizadas dentro de los límites estrictos de la ley, alejadas del interés partidista del gobierno de turno. Los vítores y loas que en los últimos días inundan las redes sociales sería bueno aprovecharlas para adecuar y mejorar sus condiciones laborales como trabajadores que son. Sorprende leer y ver a muchos ahora envolviéndose en la bandera y “gritando vivas” a la Guardia Civil y la Policía, que en el pasado reciente guardaron silencio o se mostraron timoratos cuando estos profesionales exigían justas remuneraciones y condiciones de trabajo. Las mismas Autoridades y políticos que ahora gritan loas y realizan visitas “de cortesía” a las policías, son los que luego votan “NO” a sus mejoras salariales y laborales. Estén atentos al diario de Sesiones. Fíjense en lo que votan, no en lo que gritan y se llevarán tremendas sorpresas.

Los que estos días se muestran violentos en las redes sociales “sobrados de testosterona y faltos de neuronas” piensen por un momento en que los catalanes son muchos y variados, que un grupo se muestre violento en un momento dado (han sido muy escasos para la tremenda movilización humana), no representa a la totalidad de los catalanes, como tampoco la extralimitación de unos policías representa a todo un colectivo de profesionales policiales. Recurrir a los más bajos instintos para caldear este asunto como se hace desde instituciones, medios de comunicación y algunos perfiles de redes sociales, no parece ser una solución inteligente. Que generalizar siempre fue nefasto y erróneo. Y sobre todo conocer que los medios de comunicación no siempre se ajustan a la verdad (cada vez menos) -salvo honrosas excepciones-, que no se traguen todo lo que sale por la pantalla, radio o prensa. Importantísimo tener opinión propia y no “prestada”.

EL DIÁGOLO deberá ser a partir de ahora “la única vía de entendimiento”. Los militaristas y violentos deberán dejar paso a los pacifistas. Lo contrario puede significar enquistar una situación de incierto futuro y graves consecuencias.

Tengo la sensación de que Puigdemont no tiene frenos en su tren y ya no puede ni quiere parar, además de considerarse políticamente amortizado, a no ser que alguien con la inteligencia y el arrojo suficiente, desde el Gobierno de la nación, ofrezca la posibilidad de un referéndum pactado, que a estas alturas considero es la única salida viable.

Si queda algo de cordura en este Gobierno debería mostrarse ahora… Estamos a tiempo. De lo contrario podemos enfrentarnos a un conflicto que inciertas consecuencias.


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