Por ello se hace más necesario que nunca invertir en políticas públicas de atención al mayor, de contratación de profesionales suficientes y cualificados para hacer más llevadera nuestras vidas en el trayecto final. Quitarse el problema de encima, privatizando el servicio a “una máquina de hacer dinero” no es la mejor opción para nuestros mayores. Nuestros políticos deben aprender a disfrutar de la sonrisa de sus mayores, sonrisa provocada por el bienestar a través de unos servicios a domicilio bien dotados y de calidad, no de una foto oportunista con motivo de un cumpleaños a los más longevos. Trabajemos pues por darles a todos muchos instantes de calidad y muchas sonrisas de atención.
Falta agilidad y sensibilidad en los servicios sociales, en la tramitación de ayudas y en atención a los mayores o sus familias. El silencio administrativo y las demoras innecesarias de la políticas marrulleras practicadas históricamente por los Servicios Sociales de la Comunidad Canaria es un atentado a la dignidad de nuestros mayores y sus familias. Es una burla a nuestro estado de derecho.
Apostemos pues por una atención a domicilio pública, profesionalizada y suficientemente dotada. Apostemos, cuando no exista otra opción, por residencias públicas que no se conviertan en apartaderos de viejos, con personal y medios suficientes para hacer la vida más llevadera a nuestros mayores.
La atención a domicilio a nuestros mayores puede y debe convertirse en calidad de vida para ellos y salida laboral digna para nuestra población. No nos dejemos engañar por empresas tramposas que, con la connivencia de las administraciones y de “pantallas de mentira”, intentan hacerse con unos servicios públicos en los que debe primar la atención y el cariño y no EL NEGOCIO.
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