2025-05-14-La salud no se negocia: gases tóxicos, patógenos y calidad del aire.
La salud de nuestras familias no puede ser moneda de cambio. Sin embargo, eso es lo que está en juego con la planta de biogás que pretenden construir junto a La Atalaya.
No hablamos de suposiciones ni de alarmismo. Hablamos de hechos comprobados. Estas plantas, por su naturaleza, emiten gases que pueden afectar gravemente a la salud, sobre todo cuando están demasiado cerca de zonas habitadas. Entre esos gases destacan dos especialmente peligrosos:
• Sulfuro de hidrógeno (H₂S): un gas con olor a huevo podrido, altamente tóxico en concentraciones elevadas. Incluso en bajas dosis, puede causar irritación de ojos, garganta y vías respiratorias.
• Amoníaco (NH₃): un gas de olor penetrante que puede provocar náuseas, mareos y dificultades respiratorias.
Ambos están presentes en los residuos que se pretenden tratar: estiércol vacuno y restos vegetales en descomposición. Y ambos pueden escapar al ambiente por fugas en el proceso, durante el transporte o la manipulación, especialmente si no se gestionan con absoluta rigurosidad (algo que, seamos realistas, no siempre ocurre).
Además, está el riesgo de exposición a patógenos y bacterias presentes en los residuos. Si el manejo del estiércol o del digestato no se realiza correctamente, pueden contaminarse suelos, generar focos de infección o incluso atraer plagas.
Y todo esto, a menos de un kilómetro de nuestras casas.
¿Quién corre el riesgo? Las personas con asma, alergias, enfermedades respiratorias crónicas… nuestros mayores, nuestros hijos. ¿Vale la pena? ¿Queremos vivir rodeados de gases contaminantes, con miedo a abrir las ventanas, a sacar a los niños a jugar, a respirar?
Algunos intentarán convencernos de que “no pasa nada”, de que “la tecnología lo controla todo”. Pero en otras localidades ya lo han vivido: olores persistentes, problemas respiratorios, estrés, náuseas, dolores de cabeza.
La salud no se negocia.
No puede haber energía “limpia” si a cambio respiramos aire sucio.
Cosme Vega.
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