lunes, 19 de mayo de 2025

NO A LA PLANTA DE BIOGÁS EN LA ATALAYA, por Paco Vega

 


NO A LA PLANTA DE BIOGÁS EN LA ATALAYA, por Paco Vega

Los canarios acudimos cada cuatro años a las urnas, con la firme convicción de elegir a nuestros representantes públicos; los que se supone que, una vez jurado el cargo, deben velar por el INTERÉS GENERAL. Con este mensaje se presentan a las elecciones, pero una vez alcanzado el codiciado asiento institucional “se olvidan”, con demasiada frecuencia, de lo jurado o prometido.

Cada cierto tiempo nos vemos en la necesidad de PROTESTAR en manifestaciones, medios de comunicación o redes sociales para denunciar la dejación de funciones en lo referido a la protección del citado interés general. Sin embargo, una tras otra favorecen genuflexos y solícitos las inversiones del gran capital, dando la espalda a la normativa medioambiental y a la salud de los ciudadanos.

Los ejemplos se cuentan por cientos en la última década, pero me centraré telegráficamente en los más recientes, como son la Central Hidroeléctrica de Bombeo Reversible Chira-Soria, actualmente en construcción, que está destrozando el corazón del Barranco de Arguineguín (Zona de Especial Protección); la Linea aérea de alta tensión Agaete-Gáldar-Guía, que pretenden trazar por las medianías del Noroeste grancanario para la evacuación de los parques privados de generación fotovoltaica y eólica, en lugar de hacerlo de forma soterrada; y otra de idénticas características, pero aún más larga, de San Bartolomé a Telde, para el mismo fin, respecto a los parques ubicados en el Este y Sur de la isla. Todos los proyectos se hacen con el VºBº de las Instituciones Públicas. Continúa por tanto el destrozo medioambiental, ahora al calor de las renovables.

Ahora le ha tocado el turno a La Atalaya, un barrio de cuatro mil habitantes perteneciente al municipio de Santa María de Guía, en el Noroeste grancanario, en el que el Grupo Félix Santiago Melián, a través de una de sus empresas, ha tenido la “brillante idea” de construir una planta de biogás en las proximidades del citado barrio. La mencionada planta estará ubicada a escasos 800 metros del Colegio Público Juan Arencibia Sosa y otras instalaciones deportivas y de ocio, utilizadas a diario por gran parte de la población, especialmente niños y jóvenes. No se trata pues de una finca agrícola aislada, sino de un proyecto industrial de gran impacto. La proyectada planta de biogás tratará unas 74 toneladas diarias de residuos orgánicos; unas 14.000 toneladas anuales de estiércol, por lo que no es difícil imaginar el trasiego diario de camiones por sus calles, transportando la citada materia prima con su hedor característico.

Al margen de los evidentes peligros por fuga de gases en la propia planta durante todo el proceso de elaboración, a la finalización de la biodigestión y tratamiento volverá el trasiego de camiones con el digestato resultante para su distribución. Por lo que el ir y venir de vehículos pesados con su pestilente carga hará insoportable la vida en La Atalaya.

Hay que insistir en el hecho de que no se trata de un simple biodigestor “doméstico” para generación de compost y electricidad de aprovechamiento en la propia finca. Se trata de una gran planta de industrial de generación de biogás para la producción de energía eléctrica y su vertido a la red. A los peligros por fuga o explosión de este tipo de plantas, se suma el riesgo agravado por la proximidad a la población, siendo precisamente la zona escolar y deportiva la más próxima y expuesta.

Hablamos de una planta de tratamiento de miles de toneladas de estiércol al año, de generación de gases como el sulfuro de hidrógeno y amoniaco, que pueden liberarse incluso en pequeñas fugas. Todo esto sumado al olor característico de los propios camiones durante el transporte de los residuos y del digestato resultante.

Producir biogás es legítimo, pero hacerlo en las proximidades de un núcleo urbano ES UNA TEMERIDAD y una falta de respeto a los vecinos. La Atalaya no puede ser la ZONA DE SACRIFICIO para que otros ganen dinero con una “energía verde” a golpe de subvención europea. La salud y calidad de vida de los vecinos no puede ser moneda de cambio de ningún negocio.

Además, está el riesgo de la exposición a patógenos y bacterias presentes en los residuos. Si el manejo del estiércol o del digestato no se realiza correctamente, pueden contaminarse suelos, generar focos de infección e incluso atraer plagas.

Renovables si, pero no así.

NO A LA PLANTA DE BIOGÁS EN LA ATALAYA.



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