lunes, 12 de mayo de 2025

2025-05-12-(1)NO A LA PLANTA DE BIOGÁS EN LA ATALAYA


Estos días pudimos leer una noticia en la que se hablaba de la próxima construcción de una planta de biogás cerca de nuestro pueblo y como no tengo ni idea de que supone esto, pues me puse a investigar. Este post es el primero de una serie de post en los que voy a compartir toda la información que he recopilado en estos días para que todas y todos podamos entender qué está en juego. Porque el derecho a saber es el primer paso para poder opinar y decidir. 

¿Qué es una planta de biogás y qué quieren construir junto a nuestras casas?

Imagina que cada día, justo a las afueras del pueblo, frente al cementerio en el que descansan nuestros seres queridos, llegan camiones cargados de estiércol vacuno y restos de plátanos y papayas. No a una finca cualquiera, sino a una instalación industrial que tratará más de 74 toneladas de residuos orgánicos diarios. Eso es lo que pretende la empresa promotora con la planta de biogás proyectada en La Atalaya.

Pero… ¿qué es exactamente una planta de biogás?

Se trata de una instalación industrial que genera gas (metano) a partir de residuos orgánicos a través de un proceso llamado digestión anaerobia, es decir, sin oxígeno. La materia orgánica se introduce en enormes tanques herméticos, donde se descompone y produce biogás. Este gas puede utilizarse para generar electricidad o calor, e incluso inyectarse en la red de gas natural.
Hasta aquí puede sonar bien. Energía renovable, aprovechamiento de residuos… Pero la letra pequeña importa.

La planta proyectada en La Atalaya no es inocua. Supondrá:
• El tratamiento de más de 14.000 toneladas de estiércol al año.
• El paso de camiones cargados de residuos por el interior del pueblo, cada día.
• La generación de miles de toneladas de residuos secundarios (digestato), que también deberán transportarse y almacenarse.

Todo esto se pretende hacer a menos de un kilómetro del núcleo urbano 800 metros del CEIP Juan Arencibia Sosa y otras instalaciones usadas con intensidad por parte de la población, especialmente niñas y niños: campo de futbol, la cancha, la plaza, ... Y no estamos hablando de una finca agrícola aislada, sino de un proyecto industrial subvencionado con dinero público y aprobado sin someterse a una evaluación ambiental completa (esto es justamente lo que se anunciaba en el artículo en cuestión).

Las plantas de biogás, como cualquier instalación industrial de estas características, requieren una ubicación adecuada. Cerca de núcleos urbanos, con tránsito diario de personas y viviendas, NO LO ES.
Decir “sí” a las energías renovables no significa decir “sí” a cualquier proyecto, en cualquier sitio y a cualquier precio. Hay que mirar más allá del titular bonito y preguntarse:
¿Quién gana realmente con esta planta? ¿Y quién asume los impactos? 

Los impactos son claramente para el pueblo de La Atalaya y es la hora de informarnos y actuar.

Cosme Vega.


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