¿Qué quiero para mi y
para los míos?
Esta es sin duda una
buena pregunta para plantearnos en un muy necesario momento de
reflexión ante el brutal bombardeo político y mediático que
vivimos en estos días. Seguramente los pilares básicos e
irrenunciables para nuestra sociedad podrían ser los siguientes:
-LA SALUD. Lógicamente
todos queremos una buena salud, conservarla o recuperarla. No se
concibe casi nada en esta vida sin la necesaria salud para nosotros y
nuestros seres queridos. Por tal motivo se hace imprescindible una
POTENTE Sanidad Pública para que NADIE, independientemente de su
situación económica se vea privado de la atención necesaria para
su recuperación en caso de padecimiento o enfermedad.
-EL TRABAJO. Sin trabajo,
sin ingresos, sin un medio de subsistencia es imposible afrontar un
futuro estable para nosotros y nuestra familia. Por eso es tan
importante las acciones reales encaminadas a la creación de puestos
de trabajo y a dignificar, con una retribución decente, los salarios
percibidos por ello. La precariedad laboral impide a los padres
ofrecer unas condiciones dignas de vida a sus hijos menores y
emprender su lógica independencia a los mayores.
-LAS PENSIONES. No es
decente ni justo que, después de una dura vida de trabajos y
sacrificios, se juegue con el futuro y la estabilidad de las
pensiones, y por consiguiente de las personas que ya no pueden
trabajar por edad o por salud. No descubro nada nuevo si pido a los
que “juegan” con nuestras pensiones que expliquen por qué
extraño motivo son siempre los más débiles los que pagan el
desatino de determinadas trapisondas políticas. Nunca en este país
se ha puesto en cuestión la seguridad o la defensa, en incluso la
subvención a la Iglesia Católica… ¿Por qué se hace con las
pensiones…? Seguro que todos aspiramos a una vejez digna. Entonces,
¿por qué ese empeño en poner en peligro la estabilidad de nuestros
mayores, que será la nuestra el día de mañana?
-LA EDUCACIÓN. Sin
educación no hay futuro. Llevan años en este país cercenando los
pilares de la educación Las últimas reformas educativas han venido
a ALEJAR -aún más- la educación de la clase trabajadora. La
supresión de becas, la subida de tasas universitarias, la reducción
de años de carrera para favorecer la introducción de másters
obligatorios (y de pago), así como otro sinfín de obstáculos
laberínticos alejan, cada vez más, a la educación de la clase
económica más débil, independientemente de su capacidad
intelectual. Está demostrado que, el mayor fracaso escolar entre la
clase trabajadora no es una cuestión de capacidad, es una cuestión
de oportunidad…