En un día tan señalado había que tirar la piedra y "enseñar" la mano.
Yo
también soy contrario a la celebración del “día de...”, en el
sentido de que las buenas intenciones y las justas reivindicaciones
hay que mantenerlas a lo largo de todo el año. Sin embargo,
respecto al DÍA DE LA MUJER, mantengo la necesidad de dar
visibilidad a unas justas reivindicaciones que van más allá de lo
cotidiano. Las grandes lagunas de desigualdad, aunque en los últimos
años se hayan allanado tremendas injusticias, requieren de una
visibilidad y un altavoz extraordinario, especialmente si tenemos en
cuenta que las derechas extremas se han tirado al monte del
negacionismo, obviando una realidad machista evidente, con la
aquiescencia además de algunas mujeres.
Evidentemente
soy hombre y
feminista, en el más estricto sentido de la palabra según la
definición de la RAE, es decir:
defiendo el principio
de igualdad de derechos de la mujer y el hombre. Los
medios de comunicación y determinados partidos se han encargado de
manipular y tergiversar el término de tal manera que incluso hay
mujeres que niegan ser feministas. El mundo al revés… ¿Cómo
puede una mujer negar la igualdad entre hombres y mujeres? Pues eso,
que la intoxicación de unos y la candidez de otr@s
hacen que esto del feminismo se haya convertido en
el argumento central del debate político, unos luchando por allanar
desigualdades y otros por perpetuarlas.
No
puedo alejar de mi cabeza mil razones por las que el feminismo debe
estar en el centro del debate: La brecha salarial, la discriminación
en las contrataciones, el techo de cristal, etc., son sólo
algunas
de las más conocidas. Pero también el machismo inyectado en vena
que
observamos cada día en los comportamientos de determinados hombres,
incluso en las nuevas generaciones, que siguen entendiendo que el
hombre es dueño y señor para hacer de su capa un sayo, mientras que
la mujer debe estar subordinada a la aprobación del macho
en todo momento.
Y lo preocupante en muchos casos no es solamente
el
comportamiento del hombre, sino de muchas mujeres que asumen ese
papel secundario con una naturalidad
triste y
preocupante. Por tal motivo SI, faltan muchos días de la mujer, de
reivindicaciones y de protestas, por estrambóticos que puedan
resultar algunos eslóganes. La cuestión es el
fondo del asunto, llamando
la atención sobre lo injusto de determinadas
situaciones que a día de hoy se
siguen produciendo.
No
puedo dejarme en el tintero una última crítica a determinadas
mujeres que no ven más allá de sus narices. Algunas que han
triunfado en la vida, que han alcanzado determinados puestos de
responsabilidad, o simplemente que por
suerte
no
han sido víctimas de discriminación, maltrato o exclusión social,
creen que no
les
va a pasar nunca
y
son incapaces de empatizar con sus semejantes.
Una
situación
personal
ajena
a estas situaciones de conflicto no
puede cerrarnos
los ojos ante
una
realidad que sufren
hermanas, hijas, madres, sobrinas, amigas o vecinas. Por
eso es tan importante erradicar estas
injusticias, vengan de donde vengan, especialmente si oprimen a la
mujer.
Es
evidente que, ni todos los hombres somos malos ni todas las mujeres
buenas, pero es
realmente triste ver a mujeres, aparentemente independientes, portar
el yugo de la sumisión creyendo que es amor, convencidas
de que “esto es lo que hay”…