“… PALOS
A LA MADRIGUERA”
Así
finaliza un dicho muy nuestro que viene a referirse a esa tendencia,
tan propia de muchos, de actuar a destiempo después de haber dejado
escapar las oportunidades efectivas o de haberlas mal logrado a
conciencia. Esa misma tendencia parece, por su extensión, una
competencia básica trabajada muy a conciencia en la “escuela”
política convencional.
Resulta
demasiado frecuente escuchar a representantes de los partidos al uso
esgrimir engañosas justificaciones para eludir su responsabilidad
sobre las actuaciones pasadas, al tiempo que se esconden tras una
actividad tan febril como tardía e improductiva –mala conciencia
la suya-. Casi siempre juegan al despiste, pues no hay reacción más
primaria e instintiva que la de señalar a otros cuando los hechos te
marcan como culpable.
En
política, al menos en esa política a la que nos hemos acostumbrado,
es bastante habitual “tirar la piedra y esconder la mano”
mientras se ordena a los sicarios: “hagan
que parezca un accidente”.
El objetivo final de estos próceres es permanecer inmaculados o al
menos, salir airosos y silbando, mientras cruzan las manos a la
espalda. La cuestión es seguir optando a “cortar
el bacalao”.
Veinte
años gobernando Canarias. Veinte años timoneando el navío, con la
prestancia por turnos de los dos grandes partidos, para que todo siga
patas arriba. Las mismas estadísticas vergonzosas que nos sitúan
como periferia de la periferia. La misma ultra dependencia de un
exterior alejado en la geografía y distante en la relación.
Idéntico el séquito empresarial y similares los intereses sobre la
que gira toda acción política.
Durante
todo este tiempo, ni se ha trabajado por diversificar nuestra
economía, ni se han modificado las condiciones que sustentan nuestra
frágil estructura social. Sol y cemento; playa y alquitrán. Al son
de fondos estructurales europeos y de acuerdos financieros con el
estado, hemos asistido a la destrucción de nuestro sector primario
y a una degradación progresiva del territorio y el medio ambiente,
al servicio de puros beneficios especulativos disfrazados de interés
general. Hemos visto florecer, como amapolas, complejos hoteleros,
rotondas y centros comerciales –uno por manzana-. Nos han bendecido
con tranvías y muelles deportivos -en casi cada ensenada- y nos han
explicado por qué había que descatalogar espacios y especies
protegidas o incluso desahuciar pueblos enteros de nuestra geografía,
para construir mega infraestructuras aeroportuarias o vestir de
asfalto gran parte de nuestro limitado suelo isleño.
Viviendo
en una tierra potencialmente rica en energías limpias y
alternativas, cuya explotación supondría disponer de un auténtico
motor de cambio en todos los aspectos de nuestra vida, desde lo
económico a lo social, desde lo colectivo a lo individual, nos han
condenado a seguir dependiendo, hasta el bochorno, de los magnates
del petróleo y del gas y de los vaivenes de un mercado inestable y
depredador.
Disponiendo
de competencias para regular una fiscalidad al servicio de la
mayoría, optaron por legislar para ahorrar impuestos y gastos a una
minoría fagocitaria y autocomplaciente, siempre dispuesta a “untar”,
generosamente, a sus benefactores.
Ahora
las “vacas gordas” se han retirado a otros pastos; ahora ni al
más friki de los frikis se le ocurre tararear aquello de “europe´s
living a celebration”;
ahora el estado central, gobernado por la rancia derechona entregada
a los poderes financieros, se desentiende de todo y de todos
-¿cómo no de las provincias de ultramar?-; y es precisamente ahora,
cuando a éstos, a los de siempre, se les aparece la Virgen: ¡La
ocasión la pintan calva y tonto el último! Es el momento de señalar
a Madrid como el enemigo común de todas y todos los canarios y el
culpable de todos nuestros males. ¡Qué sensación de alivio da
escurrir el bulto!
Y
ahí van y se guiñan el ojo unos a otros; y se hacen carantoñas y
se invitan mutuamente para sentarse a discutir las bases de un
proyecto patriótico contra el abuso y el desprecio centralista; y
hasta se hacen proposiciones para configurar alianzas de cara a
futuribles comicios electorales; y en algún caso, hasta hacen suyo
el hartazgo de la calle y nos llaman a la rebelión y a la
resistencia.
El
asunto es que el común de los mortales olvide que ya estuvieron y
fueron actores principales en la obra que nos ha traído hasta aquí.
El asunto es asegurar su propia continuidad en escena.
Así
que, “después del conejo ido, …” No será con éstos mimbres
con los que habremos de hacer el cesto.
… Y
lo triste, es que habrá quien pique.
Canarias
a 27 de noviembre de 2012
Adolfo
Padrón Berriel
(Miembro
de co.bas-Canarias y de Canarias Por La Izquierda-Si Se Puede)
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