lunes, 14 de octubre de 2013

35 años de supuesta libertad religiosa, por Paco Vega

Hoy he querido enhebrar un comentario hecho a una amiga de facebook con un tema que hace tiempo me rondaba la cabeza sobre las creencias religiosas y sus manifestaciones públicas. Y quiero hablar de este tema sin ánimo de herir susceptibilidades, así que, aprovechando la justificada queja que hace esta amiga sobre la integración educativa de los niños a los que sus padres no quieren que se les inculque la religión cristiana católica, situaciones que ahora, con la entrada en vigor de la famosa Ley Wert, se verán agravadas más si cabe, voy a realizar una crítica serena sobre sobre lo que yo considero una exhibición excesiva y gratuita de las creencias religiosas por parte de los políticos (de todo signo), especialmente los locales.

Desgraciadamente en los sitios pequeños te siguen mirando como un bicho raro si no sigues la cuerda (en este caso religiosa) a la mayoría. Yo tengo mis creencias, religiosas o no, y no tengo por que hacerlas públicas. Creo sinceramente que la Fe, la religión o las creencias de cada uno deben quedar en la más estricta intimidad. Los aspavientos públicos de fervor religioso me parecen a mi una sobreactuación más propia de otros tiempos en los que era obligatorio “comulgar con ruedas de molino”. Me duele a la vista comprobar que, durante el pasado verano de fiestas locales la actitud de algunos políticos al entrar en una especie de competición por ver quién es más religioso o creyente o devoto de esta Virgen o aquel Santo, más propio -como dije antes- de otros tiempos, olvidando que muchos de sus vecinos son de otras creencias religiosas -tan respetables como las nuestras-, o que simplemente son ateos, a los que se les debe al menos el mismo respeto y atención que al resto.

Sobra decir que soy totalmente respetuoso y defensor de la cultura y tradiciones de los pueblos, de hecho, aunque no soy muy asiduo, alguna vez participo en manifestaciones culturales y religiosas de este tipo, pero como suele decirse los extremos siempre son malos, y los representantes políticos, que lo son de todos los ciudadanos sin excepción, deben moderar su discurso en este sentido por respeto a TODOS los ciudadanos.

Al margen de lo anterior, siempre me ha llamado la atención y me he preguntado ¿qué hacen los militares o agentes del orden en una procesión religiosa?, y no digo los que guardan el orden, por supuesto, sino los que participan desfilando o acompañando a las imágenes religiosas. Esto son particularidades que fuera de nuestra cultura no se entienden. Un militar debe estar para lo que está, al igual que un policía, pero en este totum revolutum en el que se han convertido algunas manifestaciones religiosas nada extraña, sobre todo desde que el que fue Jefedel Estado durante 40 años “por la gracia de Dios procesionara bajo palio.

A veces es bueno recordar que, la Constitución Española de 1978, por la que hoy nos regimos garantiza la libertad religiosa. A veces parece -sólo lo parece- que no hemos avanzado demasiado en el tiempo.

Por otra parte, ya tengo edad suficiente para conocer a muchos personajes que se adaptan perfectamente al perfil citado en el famoso refrán de “a Dios rogando y con el mazo dando”, es decir, mucho golpe de pecho y aspaviento público religioso mientras la envidia o el odio hacia el que piensa diferente corre por sus venas, en sustitución de la lógica caridad, el respeto y el amor al prójimo que el Hijo de Dios predicó con su ejemplo por el mundo.

La reiterativa falta de previsión en cuanto a la asignatura “sustitutiva” de religión y su profesorado “clama al cielo” y me parece de una crueldad extrema hacer pasar a un niño por ese “calvario” por la falta de voluntad y sensibilidad de la Consejería de Educación.

Paco Vega.-

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