Habitualmente
me gusta ocuparme de temas de Canarias por la sencilla razón de que
son los peor tratados informativamente por los medios de comunicación
nacionales, siendo sin embargo los de mayor trascendencia para la
vida de los canarios. Pero la importancia del tema que hoy les traigo
creo que requería de un tratamiento especial, además de este
pequeño preámbulo, a modo de inicio, como modesta aportación a un
asunto que considero de especial seriedad y trascendencia.
El
fin de ETA, por Paco Vega.
(2017-04-06)
Mucho
daño, dolor y vidas humanas hemos visto segadas por el fanatismo
etarra en este País. Más de ochocientos muertos, heridos,
secuestrados, extorsionados y un sinfín de destrucción y miedo. La
falta de libertades en aquellos años era patente, bajo pena de
muerte si eras señalado con el dedo etarra.
Tuvimos
que soportar el fanatismo de unos pocos queriendo someter a todo un
pueblo bajo la ley de las armas, sembrando terror y desolación
durante más de treinta años. Un terror que no admite justificación
alguna. Un terrorismo cobarde, como todos los terrorismos.
Finalmente
y después de mucho sufrimiento, Eta anuncia el cese definitivo de la
violencia de forma unilateral el día diez de enero de 2011. En aquel
mismo momento surgieron voces de alegría y de condena; voces que se
alegraban de que se pusiera fin a tanto dolor, apostando por la vía
política para cualquier reivindicación; y voces que desconfiaban y
que exigían a Eta la entrega de las armas y su rendición
incondicional.
El
daño causado está ahí, es irremediable, no tiene sanación ni
perdón, los muertos no van a volver, pero la paz, tantos años
añorada por todos había llegado para no marcharse. Las condiciones
para conseguirlo de una vez por todas están sobre la mesa por
primera vez.
Ya
en octubre de 1982 Eta Político-Militar renunció al uso de la
violencia, declarando que continuaría sus reivindicaciones políticas
por medios pacíficos. Sin embargo otro sector, el más duro de la
banda terrorista, la denominada Eta-Militar continuo matando hasta su
cese definitivo con la citada declaración de enero de 2011. Por el
camino quedaron otros tantos amagos de abandono de la lucha armada
-como ellos llaman al terrorismo-, pero por fin se había conseguido.
Aún así no será fácil su disolución total porque como hemos
visto en el pasado, con un sólo fanático dispuesto a seguir
empuñando las armas, el derramamiento de sangre continuará. Por lo
tanto es imprescindible, además del cese, la entrega de armas y
explosivos y la disolución definitiva de la banda.