martes, 4 de febrero de 2014

Seguidilla petrolera, por Yeray Rodríguez


Las Islas Afortunadas
se quedaron sin fortuna
después de ser una a una
por el negocio esquilmadas.
Las mismas gentes malvadas
difíciles de olvidar
que las quisieron llenar
de cemento y lo lograron,
ya con la tierra acabaron:
ahora van a por el mar. 
Esos seres antipáticos
dueños de un alma mezquina
quieren ver si la gallina
pone huevos subacuáticos. 
Van sus proyectos erráticos
tras el petróleo esta vez;
si sumergen su interés
y usurpan nuestra marea
puede que el futuro sea
más negro que lo que es. 

No estoy, y jamás he estado, 
con los que mi tierra venden
ni estoy con los que hoy defienden
lo que tanto han destrozado. 
Como no sé qué han pactado
ni qué interés hay detrás, 
en este juego falaz 
no creo a unos ni a otros; 
yo sólo creo en nosotros 
y nosotros somos más. 

Malditos quienes se atreven 
a tener el mal por socio
malditos los que el negocio
de sus intereses mueven. 
Malditos los que se deben
a sus amos opulentos;
los que de perras sedientos
siempre que el negocio cuadre
venden a su propia madre
sin sentir remordimientos. 

No me vale la codicia
de empresas y mandatarios
sobre los sueños canarios
faltos de tanta justicia. 
No vale que la avaricia
en nuestras aguas recale
pero tampoco me vale
que hoy se oponga con orgullo
quien irá a cobrar lo suyo
si al final el chorro sale.

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