En
esta contienda electoral recientemente finalizada han acontecido
resultados variopintos, especialmente en el Norte de Gran Canaria,
unos esperados, como es la victoria de Antonio Morales al Cabildo y
Teodoro Sosa en Gáldar, y otros sorprendentes como es el caso de
Pedro Rodríguez al Ayuntamiento de Guía, que revalida su mayoría
absoluta a pesar de haberse “cambiado la camiseta” en el tramo
final de la legislatura. En el Ayuntamiento de Agaete se pone fin a
las mayorías absolutas de Antonio Calcines y a buen seguro del
gobierno del PP en este feudo, en favor de un más que evidente pacto
entre Psoe y Alpa-NC. Confieso que esperaba un mayor respaldo del
electorado al equipo de Alpa, que me consta ha trabajado duro en la
oposición, pero lógicamente tampoco podíamos esperar un revolcón
político en un feudo tradicionalmente “calciniano”. En La Aldea
sorpresa también ante la aplastante victoria del Psoe, muestra de
que los vecinos no han aprobado la gestión de Pepín al frente del
Consistorio.
En
el primero de los casos confianza absoluta, puesto que Antonio
Morales ya ha demostrado sobradamente su capacidad; y si ha
conseguido éxitos sorprendentes al frente del Ayuntamiento de
Agüimes y la Mancomunidad del Sureste, que ha merecido el
reconocimientos nacionales e internacionales de todo tipo, es fácil
imaginar que al frente de la Institución Cabildicia -con mayores
recursos- logre un efecto multiplicador para toda Gran Canaria,
aunque obstáculos no le van a faltar. Estaremos expectantes ante sus
primeras medidas ya anunciadas.
En
cuanto a las mayorías municipales citadas, en algunos casos
inusitadas, sólo esperar que el “efecto Morales” cale también
en los municipios norteños y salgamos de una vez del atraso
histórico que venimos padeciendo. Me gustó escuchar hace unos días,
todo hay que decirlo, las palabras que pronunciaron en una tertulia
conjunta los renovados Alcaldes de Guía y Gáldar, en el sentido de
pensar y trabajar por la comarca, sin políticas ombliguistas y de
personalismos (esto último lo digo yo). Ahora sólo falta verificar
qué refrán aplicamos al final de la legislatura que ahora se
inicia; el de “obras son amores y no buenas razones” o el de
“burro viejo no aprende idiomas”. Los ciudadanos mientras tanto
nos aplicaremos aquel que dice “la esperanza es lo último que se
pierde”.