Qué
difícil es pensar y discernir con claridad cuando el bombardeo
mediático y por redes sociales es monstruoso. Cómo acercarse a la
verdad de las cosas. Cómo objetivar el volumen de información
intercalada de intoxicación, partidismo y fanatismo. Cómo pensar
cuando apenas te acercas a la solución del nudo
gordiano de los asuntos, cuando ni siquiera dedicas tiempo a
nada que no se aproxime a los cuatro parámetros que crees manejas
con seguridad. Si dedicamos apenas cinco minutos diarios (o ninguno)
a contrastar y averiguar la veracidad de las informaciones es
imposible avanzar en el conocimiento.
Es
evidente que en ocasiones debemos salir de nuestra zona de confort
mental para adquirir conocimientos. Abrir nuestro paracaídas mental
para no caer como una piedra en el mar de la indiferencia. Esta
capacidad, apenas explotada por muchos, es la que nos libra de
obedecer como nobles corderitos rumbo al matadero…
En
los últimos tiempos hemos visto a muchos fanatizados cabalgando a
lomos de las ideas ajenas. Siempre habrá algún “listo” que
intente aprovecharse y juegue con la indolencia de quien ha estimado
conveniente derramar su tiempo y su vida por el barranco de la
indiferencia… Sería lógico y natural ver a poderosos banqueros y
grandes empresarios arrimar el ascua del fascismo a su sardina, por
el lógico beneficio que siempre les representó y les representa;
son los que se entienden bien en la pomada de la corrupción. También
a los que sin llegar a esos niveles, se han beneficiado económica o
socialmente bajo las enaguas del Estado. Pero llama tristemente la
atención ver a humildes y adoctrinados trabajadores disputar e
insultarse en defensa de quienes únicamente pueden abocarles a la
más absurda esclavitud.
Pero
es de otra cosa de lo que quería hablarles hoy. En estos días me ha
llamado especialmente la atención la prepotencia y altanería de los
Franco, acostumbrados a hacer lo que les venía en gana cuarenta y
cuatro después de enterrado el dictador, una muestra evidente de que
la dictadura sigue incrustada en el ADN de nuestro Estado. Sólo así
se entienden determinadas sentencias, decisiones políticas y el
comportamiento bravucón de los Franco. En una situación “normal”,
los Franco seguirían disfrutando de la fortuna heredada -no sabemos
muy bien de dónde- de forma tranquila, sin armar mucho ruido (por lo
que pudiera pasar si La Agencia Tributaria o la Autoridad Judicial
decide meterles el diente...). Sin embargo no se conforman, porfiando
y pleiteado hasta la extenuación, con sobrada altanería, para que
no sacasen a su abuelo de un mausoleo en donde nunca debió estar.
Además, una vez perdida toda esperanza y habiéndose ordenado la
exhumación, en lugar de limitarse a enterrar a su abuelo en su
panteón -pagado por el Estado- en silencio, han intentado hacer de
ello un funeral de estado y una reivindicación del fascismo, en una
provocación permanente a sus víctimas y a todos los españoles. Han
retado al Gobierno a pesar de todos los condicionantes y
advertencias. Le encargan la misa al hijo-cura del Teniente Coronel
Tejero, la presencia del propio golpista del 23-F, la insistencia en
portar sobre el ataúd la bandera del pollo, los vivas a Franco, los
intentos de grabación y fotos del acto, así como los forcejeos con
la policía, indica que siguen convencidos de que España les
pertenece. No han parado de “marcar paquete fascista”,
convencidos de que están en su derecho, y lo que es más importante:
que nadie les va a toser, dando máximo significado a aquella frase
de “usted no sabe con quien está hablando”.