Nunca desaprovechan la oportunidad. Cualquier excusa es buena para moler la batata: que si Canarias depende de las ayudas externas, que si Canarias es una mantenida que vive de la generosa caridad… Como si España o la UE regalaran dinero alegremente.
Viene todo esto a cuenta de un artículo, sin firma, que publicaCanariasAhora titulado “Ser canario, un 22% más caro“. Es una cáscara vacía, un artificio que quiere parecer un trabajo de investigación, pero que no es sino un copia-pega de datos deslavazados para poder meter con calzador la frase final, el objetivo único que perseguía el articulista desde el principio: Canarias no sobreviviría sin la ayuda financiera permanente del estado y de la UE.
No por nada dicen que hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas. Si tienen la santa paciencia de leer la prosa desarticulada de nuestro anónimo periodista, verán que se limita a enumerar datos de un estudio de hace ya 13 años que confirma el hallazgo insólito de que Canarias, al ser un archipiélago, incurre en gastos que no tienen territorios continentales. Oiga, si no me lo cuenta el centro de estudios Tomillo, de Madrid, no me entero.
¿Dónde está el truco? Pues en la manipulación que supone mezclar peras con manzanas y en mirar sólo el lado negativo de la medalla. Difícilmente se pueden comparar los gastos y necesidades de infraestructura de un archipiélago con los de territorios continentales, puesto que las necesidades y circunstancias son radicalmente distintas. De ahí lo tendencioso del título, “Ser canario, un 22% más caro”. ¿Más caro que ser de dónde, de Ciudad Real? Acabáramos, ya descubrieron la pólvora. Otra estrella invitada a la fiesta es nuestra condición ultraperiférica, el perejil de todas las salsas, esa maldición canaria que no nos deja levantar cabeza: estamos lejos, ¡el horror!
Este tipo de prosa plañidera tan habitual es alicorta por naturaleza, nos presenta como un país con desventajas insalvables, condenado a la dependencia exterior para subsistir. Disfraza así de investigación lo que no es sino pura ideología. Porque una investigación que se precie incidiría también en lo desaprovechado de nuestra condiciónultraperiférica , que nos pone en plena ruta comercial y nos brinda la oportunidad de establecer relaciones enriquecedoras con nuestros vecinos africanos, oportunidad que otros envidian y que nosotros no desarrollamos. Una investigación de calidad plantearía el carácter extractivo de buena parte de la actividad económica del país o la explotación del territorio a manos de una oligarquía y a costa de la mayoría. Se centraría en las causas de la dependencia y en los ingresos que Canarias está dejando de percibir.
Canarias no está condenada a depender ni de fondos estatales, ni europeos. Canarias tiene a su alcance convertirse en punta de lanza mundial de las energías del futuro; según Roque Calero no sólo reduciríamos en un 80% nuestra dependencia energética del exterior, no sólo ahorraríamos cientos de millones de euros al año, sino que generaríamos empleo estable de calidad, además de capacitación que luego podríamos exportar. Canarias debe cultivar una relación comercial y cultural con sus vecinos africanos de igual a igual, que beneficiara a ambas partes, en lugar de darles la espalda y perderse oportunidades de desarrollo por pura ceguera. Canarias tiene que recibir una parte proporcional del negocio turístico que genera, en lugar de seguir siendo el cortijo de grandes empresas extranjeras que vienen de fuera a ordeñar la cabra y se llevan la leche y las ganancias a su casa tranquilamente. En Canarias 4000 personas acumulan el 80% de la riqueza, y eso no es una dificultad estructural derivada del hecho insular, como tampoco lo es que la RIC sea un coladero para no pagar al fisco y llevarse fuera el dinero que nos corresponde a todos.
Canarias tiene potencialidades más que suficientes para no ser dependiente. Que esas potencialidades todavía no se hayan explotado en beneficio de todos no se debe a la supuesta fatalidad de ser islas ni mucho menos a nuestra ubicación geográfica. Se debe a intereses y causas plenamente humanos y por tanto mutables y reversibles. Ya está bueno de cuentos.
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