Colaboración semanal en el programa Antena Abierta de David Hatchuell (Radio Faycan).
Todos los miércoles a las 13,30 horas plantamos una semillita en forma de opinión.
PENSAMOS
O EMBESTIMOS
Ya
lo decía Antonio Machado, en España, de cada diez cabezas, una
piensa y nueve embisten. Así que estos problemas no son de ahora,
vienen de lejos. Que en este país haya personas que se sientan
superiores por un hecho tan aleatorio como es el haber nacido en un
lugar concreto, tener cierto color de piel o profesar una religión
determinada, es para hacérselo mirar. Y este tipo de mentalidades
emergen últimamente como setas, hasta debajo de las piedras. Tengo
la impresión de estar viviendo en otro siglo, en una época que
creíamos haber dejado atrás hace mucho tiempo.
Es
evidente que esta civilización, tal y como la conocemos, está
condenada a la extinción, por depredadora, cruel y amoral. Siento
ser tan duro y pesimista, pero hay cosas para las que no encuentro
lógica alguna.
Lo
vemos cada día en los medios de comunicación y las redes sociales.
Los EMBESTIDORES están a la orden del día. Hay mucha gente que no
abre su mente como un paracaídas, que es como realmente funciona,
más bien al contrario, parece que la llevan en la mochila echa un
ovillo, o simplemente no la usan.
Estoy
dispuesto a respetar al que piensa diferente y debatir sobre lo
divino y lo humano, pero hay límites que no se pueden rebasar.
Partir de diferencias raciales para elaborar cualquier discurso
cargado de radicalidad y desprecio me parece un listón que un
servidor no está dispuesto a rebajar. Hay niveles de intolerancia
con los que no se puede transigir.
Incluso
para exponer las ideas, por descabelladas que estas sean, hay que
tener cierto estilo, corrección y educación, porque al expresar
públicamente lo que pensamos estamos reflejando nuestra impronta y
nuestra sensatez. En ocasiones, da la impresión de que lo se quiere
dar no es una opinión sobre un tema concreto sino simplemente
vomitar odio sobre el diferente. Se puede discrepar sin faltar al que
piensa o actúa diferente. La ofensa es totalmente innecesaria y deja
en evidencia nuestra poca inteligencia.
“Somos
dueños de nuestros silencios y esclavos de nuestras palabras”
Mahatma
Gandhi.
Entrar
en la casa de todos, a través de los medios, como elefante en
cacharrería no es una buena carta de presentación. Sin embargo,
blandir el respeto y la educación, por duras que sean las críticas,
es un buen sello de identidad que debería portar todo aquel osado
que se atreve a significarse públicamente.
Para
evitar andar embistiendo por estos mundos de Dios, no hay nada como
viajar y leer. Son dos antídotos infalibles para oxigenar mentes y
aplacar los IMPETUS OVINOS.
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