Nunca te conocí personalmente pero asistí a dos de tus actuaciones en directo. La última hace bien poco, el pasado mes de diciembre en la Plaza de Guía, a donde acudiste con tu espectáculo de humor “La última y nos vamos”, en la que no pudimos evitar partirnos de la risa con tu monólogo. Si Manolo Vieira, estoy hablando de ti, uno de los mayores humoristas que ha dado Canarias, aunque podría decir uno de los mejores humoristas, sin acotamiento geográfico. Quería verte y saludarte, e incluso hacerme una foto contigo, pero no pudo ser. Saliste del escenario por la parte trasera y te alejaste rápido hacia la zona del ayuntamiento. Hacía mucho frio y vestías con tu habitual chaleco. No se prestaba la noche para permanecer mucho rato a la intemperie. Mereció la pena acudir a aquella cita, pensando sobre todo que si acudías a mi pueblo yo no podía fallar. El título elegido para tu última gira, con la que pretendías despedirte de los escenarios, ya parecía premonitorio. De hecho al final te fallaron las fuerzas y la dejaste inconclusa.
La primera fue muy especial, en tu mágico “Chistera”, de la calle Juan Manuel Durán. Allí fue la primera vez que te vi en directo, y la primera vez en mucho tiempo que vi reír a carcajadas a mi hija, después de una larga enfermedad. Ese día casi no me enteré de tu divertido monólogo, aunque fue el que más disfruté, porque mientras mi hija reía a carcajadas yo lloraba “a moco tendido” (de alegría), al verla disfrutar de aquella manera. Fue mágico verla reír después de tanto sufrimiento y pesar. Nunca lo olvidaré…
Estoy seguro de que como a mi, cambiaste la vida a mucha gente, o al menos hiciste olvidar sus problemas por un momento. Una vez te dije en las redes que deberían recetarte en farmacia. Creo que no exageraba lo más mínimo. Hoy leí por ahí, por casualidad, que uno de los estímulos que provoca la generación de endorfinas -de forma natural- es precisamente la risa y tu de eso sabías un rato.
Seguro que a nosotros seguirás sacándonos una sonrisa con sólo mencionar tu nombre, incluso alguna carcajada cada vez que visualicemos un monólogo de los tuyos.
Hoy me quedo tranquilo sabiendo que más allá de esta dimensión seguirás haciendo reír a los que te precedieron, como mis viejitos, seres queridos y amigos.
Ah jodío!! Con lo que me has hecho reír todos estos años y hoy me has hecho llorar como una Magdalena escribiéndote estos renglones mal hilvanados...
Hoy me quedo más tranquilo porque ya no tengo miedo a morir... Porque sé que “cuando me llegue la hora” me estarás esperando pa’echarnos unas risas…
Esta te la debía y “la última” quería pagarla yo...
Gracias Manué… Sabes que te queremos…
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