Aparte
de leyendas diversas sobre ausencias diarias de su puesto de trabajo
o conductas laxas en el cumplimiento de su cometido, existe una mala
fama sobre los funcionarios públicos a mi juicio inmerecida
(excepciones aparte). Esta mala fama está siendo azuzada en los
últimos años de forma exagerada y malintencionada -al calor de la
crisis- desde determinados sectores políticos muy interesados en la
privatización de todo lo público, menoscabando de paso al
funcionariado honrado y profesional, sin el cual probablemente este
país sería un coto de caza sin control, una jungla sin ley para el
más fuerte (diferenciamos aquí los funcionarios de carrera y
personal laboral con los puestos de confianza y designaciones a dedo
que a veces se presta a confusiones interesadas).
REPSOL, y la industria petrolera en general,se benefician de la vertiginosa rapidez con que se suceden los titulares de prensa, la competencia entre las noticias para situarse en primera página y la dificultad para permanecer en la misma. Por ello existe una falsa percepción de seguridad, mientras la realidad es otra.