El amor que muchos españoles sienten por los catalanes podría
definirse como “amor infantil”, ese que te tira del pelo o se mete contigo en
el recreo del colegio porque no sabe cómo demostrarte que le gustas. Quiere
llamar tu atención y no sabe cómo. Quiero pensar que esto es así porque de otra
forma no se entiende tanto ataque desaforado a los catalanes como hemos visto
en los medios en los últimos tiempos, en ocasiones rozando el odio. Desde aquel
vergonzoso “a por ellos”, pasando por
los sucesivos desprecios e insultos durante todo este proceso de la pretendida “desconexión”
las acciones no han sido nada propicias para el amor. De toda la vida, la
táctica para reconquistar a una pareja
que se ha desenamorado y te quiere abandonar no es precisamente el insulto, el
desprecio y el reproche. Lo normal es sentarse a hablar y plantearse una
táctica de reconquista sutil, cariñosa y hasta sensual. Unas formas que están muy
alejadas de los malos modos que hemos visto durante todo este proceso. Si
pretendemos conservar a nuestro lado a una persona (o a un pueblo) no cabe otra
táctica que el dialogo, la negociación y las buenas formas.
Las tácticas hasta ahora aplicadas –aplicación estricta de la
ley, lo llaman- es evidente que no han funcionado, así que sería inteligente
cambiar de estrategia si no queremos quedarnos sin “novia”, especialmente ahora
que todos los ojos y oídos internacionales prestan atención a sus sollozos de
desamor.
El primer error se cometió al recurrir el Estatuto catalán
allá por el 2006, al que dejaron hecho unos zorros después de realizada la poda
por el Tribunal Constitucional, tanto al
texto como a la dignidad de los catalanes. Desde entonces no ha parado de
crecer el número de independentistas –entonces minoritario- hasta alcanzar casi
el 50%. El posterior desarrollo de los acontecimientos no ha ayudado
precisamente a aplacar las ansias y los ánimos independentistas, más bien al
contrario. El mayor estímulo al independentismo catalán, aunque parezca una
contradicción, ha venido siempre de la mano de la derecha española, cargada de
prejuicios y falta de democracia.