Señora Delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, haciendo un pequeño repaso
bibliográfico para documentarme sobre este espinoso asunto -con la indignación contenida- compruebo que, ya casi todo está dicho y escrito sobre la “violencia de machista”. Sin embargo muchas mujeres siguen sufriendo y muriendo, mientras los políticos al frente de las distintas administraciones se sacan la foto de rigor -compungidos- durante el minuto de silencio en homenaje a las víctimas que perecen a manos de sus asesinos. A pesar de las campañas de concienciación, los protocolos y las ayudas puestas en marcha, el maltrato a la mujer sigue siendo EL GRAN DESCONOCIDO del panorama social y procedimental de este país, especialmente en las actuaciones policiales y judiciales.Nada que decir sobre los protocolos y ayudas a las víctimas puestas en marcha hasta ahora, aunque siempre mejorables. Los avances y recursos que se han implementado en las últimas décadas han sido un gran avance para la protección de las víctimas, pero a mi modo de ver y desde mi experiencia, hay grandes barreras invisibles aún por derribar, que hacen que en la práctica muchas mujeres no denuncien, sintiéndose impotentes y desprotegidas a la hora de dar el último paso hacia su salvación, volviendo en muchos casos a manos de su maltratador. Hay que partir de la base de que toda mujer maltratada físicamente lo es también psíquicamente. Nadie soporta una agresión física para continuar junto a su maltratador, si previamente no ha existido un trabajo de desarme psicológico y destrucción de la autoestima de la víctima. Ese es el motivo, y no otro, por el que ellas se ven incapacitadas para decidir sobre su propia vida con objetividad, a pesar de los consejos de familiares y amigas, reciba golpes o no, . RECIBA GOLPES O NO, HAYA SANGRE O NO LA VIOLENCIA MACHISTA ES UNA REALIDAD, y esto debía tenerlo claro todo policía, abogado, juez o cualquier otro funcionario público que, por su profesión, se vea obligado a intervenir en este delicado asunto de la violencia machista. Lo que para cualquier mujer sería una decisión normal y lógica como es alejarse del maltratador, para este tipo de víctimas es imposible o muy difícil sin ayuda exterior. Por tal motivo, el hecho de que muchos protocolos se pongan en marcha sólo a partir de la denuncia de la víctima es un error, puesto que sólo la denuncia en si misma es un auténtico infierno al que la mujer no puede ni quiere someterse, en muchos casos por los condicionantes que expongo a continuación y que no suelen ser valorados en su justa medida: