
A
nadie se le esconde ya que las últimas reformas laborales han sido
letales para la dignidad de los trabajadores, y que no han hecho más
que precarizar el ya de por si podrido mercado laboral, consiguiendo
entre otras cosas, que aumente cada día el número de trabajadores
pobres, es decir, personas que aún teniendo un trabajo remunerado no
ganan lo suficiente para vivir dignamente... Como es un tema tan
complejo y con tantas aristas sólo voy a referirme hoy al famoso
“contrato en prácticas”, que estos días ha requerido la
atención de los medios debido a un famoso concurso de la tele en el
que se habló de las precarias condiciones de trabajo de algunos
cocineros en prácticas.
Ya
en el argumentario de algunos “hooligans” defensores de las
medidas ultra capitalistas en vigor, pretenden asimilar el contrato
en prácticas (ahora en vigor), con el de una figura del siglo pasado
como es la del “aprendiz”. La pretérita figura del aprendiz
estaba casi siempre vinculada a un menor de edad y sin estudios que
se acercaba a un profesional para ejercer de ayudante mientras
aprendía de su mano la esencia de la profesión (casi siempre
manual), la mayor parte de las veces sin sueldo o a expensas de
alguna generosa y puntual propina del formador. Hoy en día los que
acceden a contratos en practicas no tienen nada que ver con el
formato anteriormente descrito, ya que los “beneficiarios” de
estos contratos suelen ser titulados superiores o técnicos que
después de cursar sus estudios, muchos de ellos con practicas
incluidas, se aproximan al mundo laboral, en ocasiones incluso
después de tener cierta trayectoria profesional en otras empresas
con “contratos normalizados”, pero que al llegar a determinadas
nichos de empleo se encuentran con este tipo de contratos en
prácticas como única opción para acceder al puesto de trabajo (es
aceptarlo o quedarse en el paro).