Al
hilo de la polémica suscitada en Arguineguín (Sur de Gran Canaria),
durante la procesión de la Virgen del Carmen, en la que ante la
advertencia que al parecer hizo la Guardia Civil sobre la
responsabilidad de los patrones de las embarcaciones saliendo en
procesión con más pasajeros de los permitidos, éstos decidieron
regresar a puerto, suspendiendo así la procesión marítima a modo
de protesta.
La
realidad náutica de nuestras costas ha sido siempre bastante
“relajada” en cuanto al cumplimiento de las medidas de seguridad
establecidas para proteger la vida humana. Durante años no ha sido
extraño ver navegando en nuestras costas a embarcaciones que
superaban con creces el número máximo de pasajeros permitidos por
embarcación, especialmente en época estival o festivas como la
acontecida recientemente. Estos límites son habitualmente rebasados
en este tipo de procesiones marítimas en algunos lugares, en los que
la tradición, la fe y la fiesta ponen en precario en ocasiones a la
seguridad de los pasajeros.
Creo
que la Guardia Civil ha obrado correctamente en cumplimiento de la
normativa de seguridad náutica en vigor, ante el peligro que supone
este tipo de excesos. El hecho de que con demasiada frecuencia se
haya tolerado determinadas actitudes no significa que en algún
momento haya que “poner pie en pared” para evitar lamentar
tragedias indeseables. En el futuro no estaría de más que la
propia Dirección General de Marina Mercante o Capitanía Marítima
diese instrucciones precisas sobre el particular, evitando así
disfunciones que sólo favorece la eliminación de barreras al
riesgo.