Muy
duro se me hace escribir en estos momentos, manteniendo la cordura y
serenidad. En estos momentos de aluvión de información y
manipulación se complica enhebrar dos párrafos seguidos con algo de
sentido común. Si, manipulación, han leído bien, porque hay gente
que tiene una piedra por corazón y cualquier ocasión le parece
buena para arrimar el ascua a su podrida sardina política.
No
amigos, esto no es un enfrentamiento de civilizaciones como algunos
quisieran… Esto es el fanatismo personificado. Y el fanatismo no
tiene patria, religión ni corazón. Al fanatismo no le faltan
momentos ni argumentos para sacar su odio a pasear. No nos dejemos
engañar por los que aprovechan para vomitar todo su racismo
aprovechando que unos malnacidos han decidido atropellar sin piedad a
unos seres inocentes que disfrutaban de un tranquilo paseo. Los
malnacidos no tienen color político, raza ni nación. Son gentes que
han perdido la razón, la misma razón que falta a los que aprovechan
el dolor causado por estos fanáticos para “endulzar” su racismo.
Y lo triste no es que políticos, periodistas y particulares
descerebrados viertan su bilis racista con ocasión del dolor ajeno,
sino que haya gente que desde la ingenuidad se la compre. Que
consigan convencernos de que esto es una guerra contra el islam. Qué
pena de ciudadanos! Qué lástima de cabezas “para hacer un caldo
pescao”…