Tranquilos,
hoy no voy a hablar de la Moción de Censura (o si…), porque
considero que esta semana ya hemos tenido bastante y ya habrán
editoriales, artículos y tertulias suficientes que exponen
extensamente de lo que a cada uno le conviene referido este tema, al
margen de la verdad… Y digo esto porque es evidente que en estas
batallas la primera víctima es la verdad, al igual que ocurre en las
guerras. Pero si quiero dar algunos consejos desde mi humilde
posición de “aprendiz de casi todo” en base a mi experiencia de
muchos años de seguimiento del acontecer político de este país.
Considero
que, a la vista de la cascada de casos de corrupción y la inacción
de un gobierno que no sólo “mira para otro lado”, sino que
dificulta o entorpece las investigaciones de los sospechosos de
corrupción dentro de su propio partido, sin contar recortes
sociales, laborales y libertades públicas contra las clases más
desfavorecidas de este país, la MOCIÓN DE CENSURA ESTABA MÁS QUE
JUSTIFICADA, al margen del resultado. El papel de los
dos diputados
de los partidos nacionalistas canarios, que podría haber sido digno,
ha terminado siendo vergonzoso, especialmente el de Ana Oramas, que
se mostró con una agresividad desmedida e innecesaria contra Pablo
Iglesias. Parece ser que a la Sra. Oramas y Coalición Canaria le
molesta más la moción de censura de Unidos Podemos contra el PP que
la propia corrupción del PP. Aunque bien pensado, probablemente
tenga mucho que ver la urgencia de Coalición Canaria en pactar
gobierno canario con el PP en las próximas fechas. En todo caso
llama la atención la beligerancia de la diputada canaria contra un
partido que no gobierna y que por lo tanto ningún daño ha podido
hacerle, al contrario que el PP, que primero con las prospecciones y
luego con los presupuestos no ha dejado de menospreciar a los
canarios mientras tuvo mayoría en el Congreso.