“Pan para hoy y hambre para mañana”. Así calificaba en enero de 2012 José Manuel Soria, ministro de Industria, Energía y Turismo, a las bonificaciones aéreas. Lo hizo en su primera rueda de prensa tras acceder a la cartera ministerial en el Gobierno de Mariano Rajoy y en respuesta a las reivindicaciones de Canarias, su Ejecutivo, pero también la mayoría de fuerzas políticas, sindicatos y sectores empresariales. Salvo el PP, claro está.
“No es una buena política que una institución pública utilice recursos para pagar al turista que venga a España, porque España tiene suficientes atractivos para venir a hacer turismo”, añadió Soria.
Luego hemos de concluir que la decisión de la ministra de Fomento, Ana Pastor, de que AENA aplique, a partir del próximo mes de enero, bonificaciones sobre las tasas aeroportuarias a las aerolíneas que contribuyan al crecimiento del tráfico aéreo total y a aquellas que decidan abrir nuevas rutas, debe ser considerada un disparate mayúsculo. O una dinámica perversa de impredecibles consecuencias, como también dijo Soria en aquella conferencia de prensa.
Planes quinquenales
Dos meses antes, a finales de noviembre de 2011, antes de que Rajoy llegara a La Moncloa, había sido incluso más rotundo. Entonces calificó a las bonificaciones como subsidios propios de una “economía bolchevique”. Sinceramente, me resulta difícil creer que Ana Pastor se haya convertido al leninismo ni esté inmersa en el desarrollo de futuros planes quinquenales. Y que Soria siga formando parte de un Gobierno que, presuntamente, ataca de forma furibunda al mercado y sus sacrosantas leyes.
Asier Antona, secretario general del PP en Canarias le seguía en su argumento: “En cuanto a las bonificaciones, todos los sectores implicados han dicho que son perjudiciales”, afirmó hace apenas un año. Asegurando, además, que “están sosteniendo artificialmente la presencia de determinadas rutas o aerolíneas y que acentúan el proceso de desviación de la demanda de las aerolíneas tradicionales a las de bajo coste”.
Primavera árabe
Cierto es que los espectaculares resultados de llegadas de turismo a Canarias en 2011 no estaban sólo vinculados a las bonificaciones aéreas, que atrajeron a muchas compañías y que mejoraron nuestra conectividad. No hay que olvidar los efectos de la primavera árabe, que, por razones de seguridad, desviaron a miles de turistas a las Islas.
Y no es menos cierto que la coherencia brilla aquí por su ausencia. Los que denostaban duramente a quienes defendían las bonificaciones aéreas, los que negaban su influencia real en la mejora de los datos turísticos, hoy defienden, sin autocrítica previa, la ministerial decisión de establecerlas, pensada para tratar de recuperar a un aeropuerto, el de Barajas, que ha retrocedido de manera espectacular en el último período.
Coherencia, poca.
Obediencia debida, mucha.
Ridículo, bastante.
———-Puede seguirme también en Twitter: @EnriqueBeth
Camarón: ‘Volando Voy’
No hay comentarios:
Publicar un comentario