No
comprendo que los que no quieren la independencia de Cataluña,
encabezados por el gobierno de la nación, no hagan nada para
“conquistar” a los catalanes, convenciéndolos de forma amable
para que se queden. La incapacidad política de este Gobierno y que
no necesitan sus votos para gobernar es una de las principales
razones, de otro modo ya se habrían sentado hace mucho y esto no
hubiese llegado hasta aquí. Como no necesitan sus votos han
despreciado su órdago, pensando seguramente que esto sería otro
"Plan Ibarreche"… Evidentemente se equivocaron y han
seguido equivocándose. Ahora tienen además el respaldo de un Rey
al que toda su “preparación” se le ha desinflado
(lamentablemente) en seis minutos de discurso, adoptando un tono aún
más duro que el del propio Gobierno, en lugar de aprovechar para
presentarse como un hombre de Estado y concordia, ganándose así el
respeto de todos. Creo que en este caso ha pesado más el temor a que
se extienda el republicanismo catalán al resto del Estado. En mi
opinión, lo que ahora necesitaba el país era un discurso de paz, de
consenso y de concordia, indicando a todas las partes el camino del
diálogo como ÚNICA SALIDA. La dureza del discurso del Rey sólo ha
conseguido endurecer las posturas.
A
estas alturas de “la película”, después de los reiterados
errores gubernamentales (de parte y parte), la única salida viable a
todo esto es el referéndum pactado. Cualquier otra salida se me
antoja difícil y peligrosa. Se ha podido hacer mucho desde hace
mucho tiempo y no se ha querido o sabido. No cabe ninguna duda de que
en el País Vasco están tomando buena nota de todo el proceso
catalán, por lo que habrá que tener apertura de miras en el
tratamiento a todo el asunto. El error ha sido dejar que todo llegase
tan lejos sin ofrecer alternativas. El pudrimiento de las situaciones
a las que Rajoy nos tiene tan acostumbrados aquí no le ha
funcionado. Exhibir una y otra vez “músculo” y el imperio de la
Ley (o de la porra) como único argumento de negociación no parece
ser una actitud muy inteligente, si de resolver asuntos eminentemente
políticos se trata.