jueves, 19 de septiembre de 2013

MESIANISMO, COLONIALISMO Y BARBARIE Por Antonio Morales Méndez, Alcalde de Agüimes

Durante el mes de agosto, el “guardián de la democracia, la libertad y el libre mercado” de Occidente se entregó en cuerpo y alma a justificar la necesidad de un ataque al gobierno de Al Asad en Siria. Desde esa fecha, los medios de comunicación internacionales no han dejado de hacerse eco de los preparativos de una intervención para acabar con una guerra fratricida que -¡qué casualidad!- está poniendo en riesgo el control del petróleo de la zona, la seguridad de Israel y el dominio estratégico de Arabia Saudí y que, además, tiene visos de afianzar el poder en esa franja de China y de Rusia.


Para justificar una intervención “de carácter humanitario y de restauración de la democracia” que no responde sino a intereses económicos y geopolíticos (resulta paradójico que sea de la mano del integrismo más cruel y de los sátrapas de Arabia Saudí), pronto irrumpen en escena unas imágenes atroces de seres humanos asesinados con armas químicas, probablemente gas sarín, que EEUU atribuye de inmediato al gobierno sirio. Dado el antecedente de la guerra de Irak, la comunidad internacional no termina de creérselo y Rusia pide pruebas fehacientes que no aparecen.

De espaldas a la ONU, EEUU va tejiendo una red de apoyos que repite los viejos esquemas de Afganistán, Irak y Libia y no duda en recurrir a las amenazas y las mentiras. Pronto se bajan los pantalones Europa y el gobierno de Mariano Rajoy que da su visto bueno de espaldas al Parlamento y a la opinión del 96% de los españoles que rechaza la participación española en un ataque a Siria sin la ONU; para colmo, como el presidente español actúa con cobardía y no se atreve a anunciarlo, nos tenemos que enterar a través de un comunicado de la Casa Blanca. Y aparece también uno de los halcones del trío de las Azores, Tony Blair, para decirnos que “tenemos que estar en el bando de quienes rehuyen la tiranía y la teocracia”, (¿de quiénes? ¿de Al Qaeda y los sauditas?) sin citar que en ninguno de los lugares de la últimas guerras señaladas se ha impuesto ninguna democracia y si el terror y la barbarie. Nos pide que abandonemos los argumentos morales y nos fijemos solo en los intereses mundiales que no son otros que los que este socialdemócrata de la Nueva Vía neoliberal defendió desde la mentira de la presencia de armas de destrucción masiva en Irak. Y obvia, claro, que Londres exportó a Damasco en 2011 productos químicos como el fluoruro sódico, uno de los elementos usados para la fabricación del gas sarín. Y se suma, obviamente, Hollande, fiel seguidor del modelo socialdemócrata francés de apoyo al colonialismo en África que tan bien supo defender el gran Mitterrand.

En vísperas del 11-S, el presidente Obama, distinguido paradójicamente con el Nobel de la Paz, que sigue manteniendo lugares como Guantánamo donde se aplica la tortura y la prisión preventiva sine die, sin la intervención de la justicia ni de ningún tipo de control, se pone de lado de los integristas que perpetraron el magnicidio de las Torres Gemelas. Con el argumento de la defensa de la democracia no duda en apoyar igualmente a Arabia Saudí, que financia al integrismo más radical por todo el mundo y que aplica una política feudal en su emirato. Con la excusa del gas sarín, probablemente otra mentira fabricada ex profeso, y ante el temor de que sea el régimen oficial quien gane la guerra, deja de lado los más de cien mil muertos y más de dos millones de refugiados que se han producido hasta ahora y los medios con que han sido asesinados. Soslaya que ha sido EEUU quien más ha utilizado las armas químicas, como en Vietnam o Camboya, las bombas racimo y las armas nucleares y se dispone a intervenir en una guerra que puede acarrear terribles consecuencias y que, como dice Hans Blix, ex inspector Jefe de Armamento de la ONU para Irak, “el ataque de los arsenales podría propagar los agentes tóxicos en la zona”. Y aunque ahora la presión de Rusia y de los ciudadanos americanos le haga mirar hacia la ONU y la diplomacia -dejando con el trasero al aire a los seguidistas de siempre- lo cierto es que su espíritu de “vigía de las esencias democráticas” se mantiene intacto.

Lo decía recientemente Hans Blix: “EEUU, sea con Obama o con Bush, no es la policía del mundo”. Pero se lo creen.

Es lo que Tzvetan Todorov (Los enemigos íntimos de la democracia. Galaxia Gutenberg) califica como mesianismo político. Para este historiador y pensador búlgaro-francés, en la historia europea este mesianismo ha atravesado varias etapas. Las guerras revolucionarias y coloniales empiezan con la Francia de 1789 que pide que se exporte a todas partes la fraternidad. Por la fuerza de las armas si es preciso. Destruir al enemigo no es un inconveniente sino un deber moral. Danton afirmaba que “el ángel exterminador de la libertad derribará los satélites del despotismo”. Más tarde Napoleón sigue por los mismos derroteros desde el afianzamiento de un sentimiento de superioridad, llevado por la creencia de que se está en la cima de la civilización: “las conquistas de un pueblo libre mejoran la suerte de los vencidos, reducen el poder de los reyes y aumenta la Ilustración”. Condorcet llamaba a combatir “la inmensa distancia que separa a estos pueblos (los más ilustrados) de la servidumbre de los indios, de las barbaries de las tribus africanas y de la ignorancia de los salvajes”. Y así Inglaterra se decide a ir a por la India, Napoleón a por Egipto y Argelia…Y se reparten Asia y África…

Más tarde, después de la experiencia comunista en la que la existencia de la burguesía no es compatible con la sociedad, lo que lleva a los extremos de la justificación de la toma de decisiones despóticas de la mano de gente como Mao o Pol Pot, nos adentramos -nos dice el autor- en una época en la que se justifica la imposición de la democracia y los derechos humanos con bombas. Siguiendo el principio del “derecho a la injerencia” de Francia en Ruanda en 1994, en 1999 la OTAN interviene en Yugoslavia y dejó detrás un mundo de grupos de mafiosos y de persecución a los serbios. Y después, la invasión de Irak por EEUU y sus aliados siguiendo un documento publicado por la Casa Blanca (La estrategia de seguridad nacional de los Estados Unidos de América) que dice que “la libertad, la democracia y la libre empresa” son sus valores primordiales y su obligación es imponerlos en todo el mundo, si es necesario por la fuerza. EEUU se siente orgulloso de la responsabilidad de imponer su voluntad al resto del planeta y afirma que “actuaremos activamente para llevar la esperanza de la democracia, del desarrollo, del libre mercado y del libre comercio a todos los rincones del mundo”. Por supuesto, la guerra de Afganistán consiguió al final el efecto contrario. Bombardeos indiscriminados, centros de retención y tortura y el apoyo a dirigentes corruptos.

En el discurso que Barak Obama leyó el día que recibió el premio Nobel defendía la intervención armada en un país “en caso de legítima defensa, si la fuerza que se emplea es proporcional y si se deja al margen a la población civil”. Palabras. Nada de eso se cumple. Pone siempre por delante la que considera su misión de “garantizar la seguridad mundial”, es decir hacer de policía de la humanidad. De la autodefensa al mesianismo. Y aclara que se puede llevar a cabo de manera preventiva. En marzo de 2011, legitimó la intervención en Libia porque EEUU “es el garante de la seguridad mundial y el defensor de la libertad humana” y debe “prevenir los genocidios, asegurar la seguridad de la zona y mantener la libertad de comercio”. El sometimiento de la soberanía nacional de un país al del gobierno universal profundiza en la desigualdad al legitimar a los estados más poderosos para hacer lo que quieran en su casa y en las de los demás. Y para controlar los desmanes y los desafueros de las grandes potencias ni sirve la ONU ni los tribunales internacionales.

Lo expresó muy bien Pascal: “el que quiere hacer de ángel hace de bestia”. No es ni más ni menos que lo que está pasando con Siria. Puro mesianismo cargado de intereses. Por lo pronto el precio del petróleo y las ganancias de las multinacionales energéticas sigue subiendo y las Bolsas se preparan para aumentar sus ganancias tal y como sucede tras cada contienda. Y los sirios no vivirán en democracia de ninguna de las maneras.

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