Después
de lo acontecido en Cataluña durante los últimos meses las urnas
volverán a hablar, esta vez con respaldo legal.
En
este país confluyen dos conflictos bien diferenciados, el que se
vive en la propia Cataluña por los catalanes y el que se vive en el
resto de España por los españoles con respecto a Cataluña. Este
dato no es baladí si queremos comprender lo que sucederá en las
urnas el próximo día 21.
A
mi modo de ver, todo lo sucedido en Cataluña no ha hecho más que
reforzar al independentismo, y el Gobierno del PP lo sabe. Los
excesos de las Fuerzas de Seguridad el 01 de octubre en un acto
pacífico, por ilegal que fuese la votación, puesto que su validez
estaba truncada de antemano; la nefasta aplicación del 155 y sus
derivadas; la presentación de un candidato con el peor perfil
posible para arañar un sólo voto (Xabier García Albiol), a pesar
de las ya de por sí las bajas expectativas electorales del partido;
el decreto para facilitar la salida de empresas de Cataluña; así
como las declaraciones poco afortunadas de varios de sus líderes -si
de “coser heridas” se trata- indican que el Partido Popular tiene
sus ojos puestos en unas más que probables elecciones generales
anticipadas.
“La
jugada maestra” está en que, las mismas acciones que anuncian un
descalabro electoral en Cataluña para el PP-convenientemente
amortiguado por la acción de los medios de comunicación- puede
representarles un empujón electoral en el resto de España (salvo el
País Vasco). La manipulación brutal desencadenada en forma de ola
patriótica en casi todo el territorio nacional de la mano de los
medios de comunicación afines, con declaraciones, manifestaciones y
el despliegue de banderas nunca visto desde el franquismo, ha
contribuido a aupar el ardor patriótico a muchos “desconectados”
de la actualidad política.